Robledo Puch recibió el alta médica y retornó a la cárcel

“Prefiero quedarme acá, no quiero volver a la cárcel”. Esa fue una de las primeras frases que pronunció Carlos Eduardo Robledo Puch cuando le sacaron el respirador en la habitación del Hospital Municipal de Olavarría Dr. Héctor M. Cura, a 12 kilómetros del penal de Sierra Chica, donde el asesino civil más famoso de la historia criminal argentina cumple cadena perpetua.
El llamado “Ángel Negro” lleva 47 años preso. Entre 1971 y 1972 mató a 11 personas por la espalda o mientras dormían. Su aspecto angelical contrastaba con la ferocidad de los robos que cometía con su cómplice Jorge Ibáñez.
La confesión de Robledo es lógica: aunque esté en una cama, entubado, con respirador, suero y rodeado de médicos, enfermeras y tres custodios, nada puede ser peor que su celda en el pabellón diez de Sierra Chica. Además, desde que cayó preso una vez pudo dormir fuera de una cárcel, durante los tres días que permaneció prófugo después de fugarse -el 9 de julio de 1973- de la Unidad Número 9 de La Plata.
Pero el deseo de Robledo no pudo ser: fue trasladado en una ambulancia a la cárcel de Olmos de La Plata. “Se lo trasladó ahí porque puede seguir recibiendo asistencia médica”, contó una fuente del Servicio Penitenciario Bonaerense. La nota va acompañada de una impactante foto en la que se lo ve a Robledo Puch en la cama del hospital, esposado, muy deteriorado y con mirada triste.
Su internación de urgencia, el jueves 23, generó todo tipo de especulaciones. “Corre riesgo de vida”, dijo una fuente de la Sala 1º de la Cámara de Apelaciones de San Isidro. Hasta el diagnóstico no era claro. Se habló de una intoxicación, de un cuadro de depresión y al final se trató de una neumonía multifocal.

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