UNA ASOCIACIÓN QUE CONTIENE A LOS ADICTOS SUGIERE MÁS DIÁLOGO FAMILIAR

Advierten una creciente adicción a las drogas en jóvenes de Puerto Madryn

Distintos hechos ocurridos en los últimos tiempos en la ciudad, entre ellos el doble crimen de Federico Lomeña y Héctor López, dejaron en evidencia un entramado de narcomenudeo en el que el acceso de los jóvenes a distintos tipos de estupefacientes, parecería ser cada vez más fácil.
En este contexto, el fundador de la asociación Camino de Esperanza (CADES), Juan José Burton, se refirió al contexto social en el que la droga se constituye como una problemática profunda, y fuertemente arraigada a las carencias familiares y afectivas.
Hoy se celebra el Día Internacional de la Lucha contra el Narcotráfico y el Uso Indebido de Drogas, establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas el 26 de junio de 1987.
Sin embargo, a 32 años de la fecha que evoca la concientización respecto de dicho flagelo, la realidad parece marcar un aumento del consumo y de las problemáticas asociadas al mismo.

Quién debe hacerse cargo

“Cuando una sociedad sin darse cuenta es co adicta de sus propios jóvenes, por omisión o por falta de acción, logra que en su ciudad pueda existir toda la droga disponible que las personas deseen y obtenerla con facilidad”, esgrimieron desde la entidad.
Sobre este punto, remarcaron que “en los más de veinte años que la institución lleva trabajando en la problemática de las adicciones, podemos afirmar que más del 85 por ciento de la sociedad considera un gran problema el consumo de drogas y el exceso de alcohol, pero no más del 5 por ciento de esa misma sociedad se interesa en requerir información, capacitación, orientación y estrategias de abordar el tema con sus hijos y/o menores a cargo, y todos consideran que el Estado (nacional, provincial y municipal) debería hacerse cargo del tema idóneamente”, si bien tratan con mayor o menor voluntad presentando distintos resultados”.

La negación familiar

En esta línea, puntualizaron que “los directamente involucrados, que somos todos nosotros, creemos que el problema es solamente de aquellos que tienen familiares con adicciones aludiendo a que ‘nosotros somos una familia con valores’ y de ‘buenas familias’, por lo que la adicción no nos debería pasar a nosotros; y así, fueron muchísimas las familias que entrevistamos con ese discurso a lo largo del tiempo”.
Además, expresaron que “el problema es que, mientras se niega la realidad en nuestras ciudades, ‘tenemos toda la droga que queremos’ y una juventud que observa cómo nos resulta más cómodo mirar para otro lado y decir que ‘fumar un porro no es que va a ser un adicto’ y que ‘son cosas de jóvenes’”.

Sueños rotos

No obstante, advirtieron, “luego de tratar a más de 1.500 personas, podemos decir que el comienzo de una adicción empieza con un porro o repetidas alcoholizaciones, y es cierto que no todos los que fuman marihuana o se alcoholizan desarrollarán una enfermedad llamada ‘adicción’, pero lo perturbador es que no sabemos quién posee una determinada estructura psíquica para adherirse a una adicción”.
Los que atravesaron “o están atravesando por esta problemática, tanto ellos como sus familiares, saben que nunca pensaron en quedar atrapados en esa perversa y destructiva enfermedad, que destruye la salud y los proyectos de vida de los consumidores y sus familias”.

“La responsabilidad es nuestra”

En este sentido, invitaron a la comunidad “a realizar el ejercicio de retrotraernos a nuestros cinco, seis o siete años de edad y fijar la primera imagen que tenemos de nuestros padres o adultos responsables”, señalando que “por lo general, las imágenes son un momento compartido con ellos”.
También, indicaron que “eso es lo que necesitan nuestros niños y jóvenes de los adultos, compartir más tiempo juntos”, agregando que “es importante preguntarles a ellos lo que les gustaría hacer y no suplir la calidad del tiempo compartido dándoles solamente cosas, creyendo que es la manera de demostrar cariño”.
Finalmente, llamaron “a defender a nuestros hijos de los males que por indiferencia o falta de alerta de los adultos, están atacando a esta generación y matándola con sobredosis, peleas, accidentes viales, suicidios, etcétera”, concluyendo que “los jóvenes no son el problema, son la consecuencia de nuestros problemas, por lo tanto la responsabilidad también es nuestra”.

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