CREER O REVENTAR

Falcon Heavy de SpaceX completa su lanzamiento

Los enormes propulsores del Falcon Heavy iluminaron el cielo sobre Cabo Cañaveral la madrugada del martes pasado, durante el tercer lanzamiento del cohete fabricado por la empresa SpaceX. A bordo viajaba una carga valorada en más de 750 millones de dólares, que incluía 24 satélites, un reloj atómico, varios laboratorios portátiles de la NASA y las cenizas de 152 personas.
La complejidad de la operación, que requiere la distribución de la carga en diferentes niveles de órbita distintos, ha llevado a Elon Musk a calificar el lanzamiento como «el más complicado que se haya intentado hasta ahora». La misión Space Test Program (STP-2) supone además una prueba de fuego para la empresa creada por Musk, inmersa en una carrera con Blue Origin, United Launch Alliance y Northrop Grumman para asegurarse los contratos con el gobierno estadounidense para los próximos cinco años.

Hacia el espacio exterior

Menos de tres minutos después del despegue, los dos propulsores laterales del cohete se separaron de su núcleo central para posteriormente realizar el viaje de retorno y aterrizar en lugares predeterminados cerca del Centro Espacial Kennedy. Un minuto más tarde, la parte superior (que contenía la carga) abandonó también el núcleo para continuar con su travesía rumbo al espacio exterior. Una vez libre, el núcleo central debía aterrizar sobre una plataforma móvil no tripulada en aguas del Atlántico, a unos 1.200 km del punto de lanzamiento.

Explosión en el aire

Esta última fase no pudo completarse con éxito y terminó con una espectacular explosión al estrellarse el núcleo contra la superficie del océano, muy cerca de su plataforma de destino, a la que sus creadores habían bautizado con el nombre “Of Course I Still Love You” (“Por supuesto que aún te amo”). Los ingenieros de SpaceX ya habían advertido de que, debido a la alta carga de energía del núcleo durante su regreso a la Tierra, sólo había un 50 por ciento de probabilidades de recuperarlo.

Órbitas de referencia

Pese a este ligero revés, a lo largo de ese día la empresa pudo confirmar que muchos de los satélites ya habían sido correctamente desplegados en sus órbitas. Una operación que se prolongó durante de seis horas hasta completar los 20 movimientos precisos para que los 24 satélites se fueran ubicando en tres alturas distintas. Precisamente la capacidad para trasladar la carga hasta las nueve órbitas de referencia en las que trabaja actualmente la NASA es uno de los criterios fundamentales para decidir quien se queda con el contrato del gobierno. De ahí la complejidad con la que se ha concebido esta misión, destinada a convencer a las autoridades.

Todos colaboran

La misión STP-2 refleja también la nueva fase en la que ha entrado la carrera espacial, con participación de entidades públicas y empresas privadas. «Este lanzamiento sella una verdadera asociación entre gobierno e industria», ha afirmado Jim Reuter, administrador de la Dirección de Misiones de de la NASA. «Y las misiones de la agencia a bordo del Falcon Heavy también se van a beneficiar de colaboraciones con otras empresas, con Universidades y otras agencias públicas».

Cenizas y tarifas

La carga del Falcon incluía una constelación de satélites destinada a observaciones meteorológicas a cargo de la Administración Nacional Oceánica y de la Atmósfera (NOAA), un satélite para experimentos científicos de la Fuerza Aérea y varios dispositivos pertenecientes a la NASA. También transportaba las cenizas de 152 personas que contrataron los servicios de una empresa especializada en poner en órbita restos incinerados, con tarifas que rondan los 5.000 dólares. «Ha sido gratificante ver el lanzamiento de 24 satélites como si fueran sólo uno», ha afirmado Nicola Fox, directora de la División de Heliofísica en la Dirección de Misiones Científicas de la NASA.

Fuente: El Mundo

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