CÓMO UNA MEJOR CIUDADANÍA PODRÍA AYUDAR A MEJORAR LOS PROBLEMAS LOCALES

La crisis invisible

Por Lazarillo de Tormes

En un año electoral como lo es el 2019, el escenario político transmuta en dirección a una contienda en la que amigos y enemigos varían de acuerdo a algunos indicadores: imagen positiva y negativa, acciones llevadas a cabo en terreno, políticas públicas, tendencia a la polémica y, en ciertos casos, posicionamientos centrales como quien está “a favor” o “en contra” de la minería, la despenalización del aborto, los “trapitos” y otros temas que son de interés de la ciudadanía.
Argentina ha estado en crisis casi desde su nacimiento como república; desde entonces, los protagonistas de la historia se han dividido en unitarios y federales, radicales y peronistas, macristas y kirchneristas, con todas las variantes que oscilan entre los “ni muy muy” y los “ni tan tan”.
Sin embargo, las problemáticas profundas que subyacen en Puerto Madryn, que no son muy diferentes a la de cualquier ciudad de más de 100 mil habitantes, permanecen inertes e inalteradas; acaso, porque una campaña no arrojará la solución, y más aún, porque muchas de las soluciones bien podrían no surgir de la política, sino de la propia acción de la sociedad.

Las capas sociales

En materia social es donde más se notan las carencias; tan sólo realizando un trayecto al denominado “Madryn Profundo”, en las inmediaciones de barrios como Alta Tensión, Nueva Chubut y algunos sectores del Pujol, pueden observarse situaciones muy dispares de aquellas que aquejan a los ciudadanos del centro, norte y sur de la ciudad.
La falta de servicios, una cuestión histórica de algunos sectores, sigue siendo la principal preocupación de familias que, atentas a la llegada del invierno, deben calefaccionarse utilizando leña, dado que el precio de la garrafa se encuentra por fuera del alcance del bolsillo de aquellos vecinos.

Fuera del sistema

Tristemente, uno de los hechos más lamentables ocurridos este viernes fue la muerte, durante la madrugada, de un menor de 4 años a quien sus padres habían dejado “al cuidado” de sus otros dos hermanos, de uno y ocho años, para irse a una reunión a unas pocas cuadras; el hogar, de construcción precaria y calefaccionado a leña, se incendió provocando el fallecimiento del pequeño y la internación de los dos hermanos que lo sobrevivieron.
Una situación similar ocurrió en Puerto Madryn hace poco más de un mes, y fue la muerte de un nene de seis años que se electrocutó cuando caminaba por el techo de una casa, cuya conexión a la red eléctrica era “irregular”, es decir, que estaban “enganchados”.

Solidarios

Por otro lado, el surgimiento de merenderos, algunos transformados en comedores por la alta demanda alimentaria, también es una característica de aquél sector de la ciudad, que paradójicamente está integrada a la misma pero parecería encontrarse bien lejos.
Allí, la palabra clave es la “solidaridad”, reflejada en los cientos de voluntarios que varias veces a la semana colaboran con la llegada de alimentos a los espacios autogestionados; tal es el caso, por citar uno de tantos ejemplos, del comedor Caminando Libres, que funciona gracias a la empatía de vecinos de la ciudad y del esfuerzo de quienes se toman el tiempo de reunir donaciones y llevarlas casi a diario al lugar al que concurren decenas de niños del Alta Tensión; ello, con el apoyo frecuente de comercios y empresas privadas, que de manera anónima colaboran con la urgencia de los más necesitados.

Papel moneda y voluntades

Muchas son las problemáticas que atraviesan a la ciudadanía: cuando se incendió la Catedral de Notre Dame, bastaron tan sólo 48 horas para que, de manera anónima, se recaudara un total de 800 millones de euros para su reconstrucción.
Es decir, unos 40.000 millones de pesos argentinos, el equivalente a 20 (sí, veinte) Presupuestos 2019 para el Ejercicio Municipal en Puerto Madryn, o el dinero suficiente para que la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”, sede local, ejecute 6.667 ampliaciones de 220 metros cuadrados y dar respuesta al incremento de los que deciden formarse académicamente en la ciudad.
Ante la llamativa bondad parisina, un conocido advertía, casi sin sorpresa, que “el hambre del mundo se soluciona por teléfono”, y cuánta razón tenía.

El altruismo, en alza y en baja

En tiempos en los que la política encanta y desencanta a los ciudadanos por igual, la promesa de un mejor bienestar, sin duda, radicará en cierta parte en las políticas públicas que se implementen para mejorar la vida cotidiana de muchos vecinos.
No obstante, aquella crisis profunda, que atraviesa a otra porción de mujeres, hombres, niños y ancianos por igual, no la solucionarán convenios o tratados de ningún tipo; lo hará la propia sociedad, cuando se dé cuenta de que cada uno de sus eslabones es parte de un “todo”, y que aquellos problemas que aquejan a sectores considerados “minoritarios”, en gran parte permanecen existiendo porque nadie del sector “mayoritario” se preguntó “qué sucedía allí”, “cómo se puede ayudar”, o, acaso la mejor de las frases, “cuándo empezamos”.

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