CREER O REVENTAR

“Ío”, campeona volcánica

Hace unos 40 años, la sonda Voyager 1 pasó volando junto a una de las grandes lunas de Júpiter y reveló algo asombroso. La luna rocosa, llamada Ío, es una campeona volcánica que alberga los primeros volcanes en erupción observados fuera de la Tierra. Algunos de sus cientos de cráteres ardientes son mucho más extensos que nuestras ciudades más vastas. Las potentes erupciones de Ío pueden producir penachos de proporciones épicas que alcanzan alturas de 480 kilómetros.
Ahora, los científicos que han analizado cinco años de imágenes sacadas desde la cima de un volcán hawaiano han desvelado el atlas más detallado de esta luna insólita.

Rompiendo las reglas

La investigación también confirma que, en Ío, los volcanes no parecen estar en los lugares adecuados, las erupciones más brillantes parecen encontrarse en un solo hemisferio y Loki Patera —una depresión llena de lava de casi 21.000 kilómetros cuadrados— se niega rotudanmente a seguir las reglas establecidas.
Aunque los nuevos datos están plagados misterios, también suponen «un regalo para la comunidad de científicos planetarios», afirmó la coautora Ashley Davies, vulcanóloga del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. Al fin y al cabo, las erupciones de Ío, abundantes pero geoquímicamente primitivas, son similares a las terrestres, por eso el estudio de Ío es un medio para comprender las grandes erupciones que han ocurrido aquí en los últimos 500 millones de años. «Es una ventana al pasado de la Tierra», sostuvo Davies.

Siguiendo la corriente

A diferencia de la actividad terrestre, el vulcanismo de Ío no esta potenciado por el calor atrapado resultante de su formación ni por la descomposición de los compuestos radiactivos naturales de sus rocas. Es la consecuencia de sus extrañas travesuras orbitales.
Con Europa, Ganímedes y Calisto, Ío es uno de los cuatro satélites galileanos de Júpiter. Estas grandes lunas, descubiertas por Galileo Galilei en 1610, pueden verse desde la Tierra con un telescopio pequeño. Resulta que por cada órbita que completa Ío alrededor del gigante gaseoso, Europa orbita dos veces y Ganímedes, cuatro. Este patrón de resonancia orbital significa que la órbita de Ío se ve obligada a ser más elíptica de lo que sería, y la atracción gravitatoria resultante entre las lunas hace que la superficie de Ío varíe hasta 100 metros.
Junto a la atracción gravitatoria de Júpiter, este balé orbital genera una cantidad enorme de calor por fricción dentro de Ío que, en última instancia, produce una gran cantidad de magma, algo que predijo un estudio de 1979 antes de que se observaran los penachos volcánicos en su superficie.

Más de 1.600 grados

Gracias a su extraño vulcanismo, Ío es un mundo de extremos extravagantes. Su atmósfera, efímera e inestable, es demasaido fina para atrapar calor, por eso su temperatura en superficie es de -130 °C. En cambio, algunas de sus coladas de lava superan los 1600 °C, temperaturas que no se han documentado en la Tierra actual.
Alfred McEwen, geólogo planetario de la Universidad de Arizona, explicó que aunque Ío tiene aproximadamente 4500 millones de años, su copiosa producción de lava significa que su superficie apenas tiene más de un par de millones de años. Sus volcanes suelen adoptar la forma de calderas deprimidas en la corteza, denominadas pateras. A veces contienen coladas de lava, a veces rebosan y a veces las explosiones propulsan material hacia el cielo.

Generando calor

Loki Patera, el volcán más potente y persistente de Ío, es responsable de un 10 por ciento de la producción de calor total de la luna. La combinación de los datos antiguos con las nuevas observaciones parece mostrar que la actividad del volcán se intensifica y se atenúa cada 460 o 480 días, algo que según científicos concuerda con las repetidas variaciones de la órbita elíptica de Ío.
Se necesitarán más datos para verificar este patrón y, ahora mismo, cuesta comprobar si los volcanes menos potentes de Ío siguen un ciclo similar.

Fuente: National Geographic

ÚLTIMAS NOTICIAS