Página de cuento 754

Página de cuento 754

Por Carlos Alberto Nacher
Cnacher1@hotmail.com
Al fin, Sapoman llegó, de casualidad, a su casa. Porque no era su intención hacerlo. Él quería caminar y pensar, nada más, y llevar sus pies a la deriva, y su mente hacia la nada, y entonces, una vez puesto al garete en el mar de la masiva estupidez humana, en el océano facebookeano de idioteces absurdas, poder emerger triunfante eliminando a todos sus amigos, repartiendo trolls a diestra y siniestra y al fin, con la mente en blanco, con el perfil sin fotos ni estados ni nada, libre de pensamientos superpuestos, autoeliminarse de la nada cósmica de la popularidad, y luego, libre, ¡SI! Completamente liberado de sus ataduras mentales, morales, éticas, poder gritar a los cuatro, o cinco vientos: “¡Te amo Anplagued!” o “¡Te quiero Melisah!” y correr al aeropuerto y tomar el primer avión que vaya a Ouagadougou, y allí comenzar una nueva vida junto a alguna de ellas, cualquiera sea o fuere, y el perro Rubber, que no debemos olvidar. No es correcto olvidarse del perro.
Pero no fue así, sus pies (y su cerebro) lo llevaron inconscientemente hasta su casa. Abrió la puerta, allí estaba el perro Rubber moviendo la cola aleatoriamente en dirección norte-noroeste, o bien hacia el este, y saltando, y ladrando, y jadeando, y dejando estelas de orina por la emoción.
El salchicha era muy efusivo, pero Sapoman no estaba para festejos. Abrió la heladera, estiró la lengua unos sesenta centímetros y sacó un quesito.
Se sirvió un Martini y se tiró en el sofá. Encendió la televisión, una led de 55 pulgadas, y se enajenó mirando el canal de las estrechas, una emisora de origen ecuatoriano. En lo que parecía ser una especie de novela, una mujer le escribía un mail a un hombre, al mismo tiempo que recitaba, en un español neutro, lo que iba escribiendo: “Disculpe la impuntualidad. Esto y lo otro, incluido el manómetro del sistema de calefacción…todo, por mi, deberían desaparecer… Pero en fin, ya que estamos, gusto en conocerlo. Mi nombre es Victoria. Me encontré con su contacto y decido escribirle para que podamos ser amigos y conocerse mejor. Escríbeme en mi dirección de correo electrónico para más introducción acerca de mi misma y enviar mis fotos. Gracias, tu amiga Victoria.”
Cambió de canal hasta llegar a uno de series, estaban dando “Los vivos murientes”, una versión aggiornada a la vida moderna de “The walking dead”. Cambió de nuevo. De pronto, llegó al National Geographics, estaban dando ¡Oh, casualidad! Una documental sobre la vida en la ciudad Burkinafasense de Ouagadougou.
De pronto, sonó el timbre, con el sonido característico del timbre de su casa: un ring melancólico y apático, indiferente. Sapoman saltó del sillón, tiró lo que quedaba del Martini en la alfombra, y se acercó a la puerta. El perro Rubber dormía, pero como reacción involuntaria ante tanto barullo y movimientos repentinos, sacudió una oreja.
Miró por la mirilla: era Anplagued, y estaba hermosa. Más linda que nunca. Rubber dormía. Afuera llovía.
Continuará…

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