TRAS ALGUNOS REORDENAMIENTOS PARTIDARIOS, QUÉ LE ESPERA AL PJ LOCAL EN LOS PRÓXIMOS MESES

Ruido político y silencio de radio

Por Lazarillo de Tormes
El escenario partidario de Puerto Madryn parecería comenzar a tomar forma, luego de que las elecciones del radicalismo posicionaran al tándem Martinelli-Peruzzotti como nuevos conductores del Comité Departamental “Manuel del Villar”.
Esto último, tras una serie de desavenencias entre la anterior dirigencia, por parte de Sergio Mülbayer, y la actual, de la mano de Aidú Iriarte; una enemistad que había comenzado a tejerse antes de las elecciones Primarias, donde la segunda se ubicó dentro de la fórmula de Cambiemos junto al ex candidato a Intendente del Pro, Claudio Tortoriello.
Una vez concluidos los comicios, el partido evidentemente comenzó un proceso de reordenamiento; párrafo aparte merece la escena peronista, que se encamina a una batalla donde habría más amigos que heridos, según trascendió.

Acuerdo sin guerra

La estructura del Justicialismo provincial acusó varios reclamos y “pases de factura” en los últimos años, habida cuenta de los problemas financieros del espacio y, más grave aún, los encontronazos políticos por la “histórica” dirigencia que abandonaría el barco más temprano que tarde.
Con algunos “delfines” en el Consejo de Localidad de Puerto Madryn y otros dentro de la estructura del futuro Concejo Deliberante, la batalla por la conducción se asemejaría más al Acuerdo de París, donde la suerte de los conductores ya habría sido sellada, tras la contundente victoria de los hermanos Sastre en la provincia y en la ciudad.

Votos que suman

Desde hace varias semanas comenzó a circular el rumor, tanto a través del éter como a partir de declaraciones de distintos actores políticos, de que el nuevo presidente del Partido Justicialista bien podría ser el intendente saliente y futuro vicegobernador de Chubut, Ricardo Sastre; ello, a partir de una serie de aseveraciones ligadas al armado político que el dirigente supo elaborar durante la contienda provincial.
No obstante, la “carta de presentación” con la cual el jefe municipal podría desembarcar en el PJ provincial no sería otra que el resultado electoral y el acompañamiento de varios sectores, tanto los que se plegaron al espacio Chubut al Frente antes de las elecciones provinciales, como así aquellos que, de plena voluntad y –por qué no– en “auxilio del ganador” hoy forman parte de una reimpresión del justicialismo, bajo el sello de Sastre.

Regreso del exilio

Consecuentemente, los acuerdos comenzarían a tejerse luego de las Primarias nacionales, donde el “ruido político” cese y la espuma electoral comience a bajar.
En más de una ocasión, tanto el actual Intendente como otros correligionarios que acompañaron la formación de “Chubut para Todos”, renegaron de haber sido expulsados del justicialismo por haber formado una coalición que, peronista al fin, transitaba por fuera de una estructura tantas veces cuestionada, cuyos resultados en las urnas evidenciaron un resquebrajamiento institucional y dirigencial.

Sin “peronómetro”

No obstante, tras un “trabajo de hormiga” y una construcción de poder que partió desde Puerto Madryn hacia otras localidades, todo parecería indicar que, en tiempos donde el justicialismo es criticado desde afuera hacia adentro y viceversa, la tracción de que un “ex PJ”, pero peronista al fin, haya triunfado electoralmente, sumado al hecho de que su hermano, militante peronista desde hace décadas, haya hecho lo propio, indicaría que las cartas están echadas sobre la mesa y que sólo faltaría sellar el acuerdo; ello, lejos de las batallas a las que el justicialismo acostumbró a sus integrantes, y más cerca de un consenso tantas veces buscado, en tiempos en los que los dirigentes parecerían haber dejado de medir “quién es más peronista que otro”, sino, cuáles arrastran más victorias a su favor, y a quiénes las urnas le habrían dado la espalda.
De tal forma, más que una “batalla” por la conducción del PJ provincial y su correspondiente derrame en las distintas localidades chubutenses, lo que le espera al “movimiento” es más un acuerdo de partes que se tejería con tinta reflexiva, y sin pólvora discursiva.

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