LA COMUNIDAD EDUCATIVA SE DIO CITA EN LAS ESCUELAS 750 Y 728

Estudiantes exhibieron su reclamo con festivales artísticos en las calles

El pasado domingo, la Escuela 750 fue sede de un festival artístico, una de las modalidades que los establecimientos tomados llevan adelante con el objetivo de visibilizar los distintos reclamos y la situación general de la educación pública en Puerto Madryn.
En este caso, la comunidad educativa concurrió al edificio ubicado en la avenida Gales, donde distintas bandas locales realizaron presentaciones musicales, entre ellas Enroskados, La Boina del Che, Marginados y La Mirada del Indio.
La actividad comenzó a las 15 horas y reunió a estudiantes de las distintas escuelas donde por estos días se realizan ocupaciones pacíficas. Situación similar se dio en la Escuela 728 donde este domingo por la tarde se realizó un festival al aire libre. También están tomadas las escuelas Politécnica 703 “José Toschke”, la Escuela 741, la 736 “Aviadores de Malvinas”, la Escuela 789 y la Escuela 710.

Sobrevivir la noche

Las tomas pacíficas no suelen configurar, contrariamente a lo que se cree, un escenario de comodidad para los propios estudiantes que las realizan; varios de ellos pernoctan, a partir de una acabada organización que implica la participación de los alumnos y sus familias en las decisiones a tomar.
“Hace mucho frío acá adentro”, refirió una alumna del tercer año de la Escuela 750, quien recientemente en diálogo con medios locales señaló que “la última mecha de la caldera se apagó y lo llevamos como podemos, limpiamos lo que se puede y tratamos de mantener el orden, pero de todas formas pasamos frío”.
La primera noche en el edificio de avenida Gales, recordó, eran unos 40 estudiantes pernoctando; inclusive, la cocina del establecimiento posee un histórico desperfecto y “pierde gas”, lo que conlleva a severos riesgos para la salud de los jóvenes que deben usarla para preparar los alimentos.

Organizados

En el caso de la Escuela 710, ubicada a escasos metros de los Tribunales de Puerto Madryn, el ingreso presenta tres escritorios con alumnos y alumnas que llevan adelante la “contabilidad” de los insumos, la larga lista de elementos con los que cuentan y que organiza la campaña de donaciones que apelan a recibir, para poder morigerar las condiciones en las que se desarrolla la toma.
En dicho edificio, no permiten que se tomen fotos en el interior por tratarse de menores de edad en su mayoría, y día a día realizan guardias y un esquema de rotación para la “atención al público”: solamente se puede ingresar con DNI y tras presentarse en la “mesa de entrada”, a modo de resguardar a quienes se encuentran dentro del predio.

Hacer escuchar la voz

En la Escuela 741, realizan guardias de seis chicos y un adulto que pernoctan, mientras que el resto de los estudiantes que participan de la toma regresa a sus casas al caer la noche, y las puertas del edificio vuelven a abrirse a las nueve de la mañana del día siguiente.
A pesar de las diferencias que mantienen los alumnos con algunos adultos y docentes que mostraron su disconformidad con la decisión de tomar el edificio, los reclamos del estudiantado se extienden no sólo a las reformas en materia de infraestructura, sino también a la plena implementación del Transporte Escolar Gratuito (TEG) o el “boleto estudiantil”.
Incluso, hay quienes advierten que la ocupación pacífica fue un “último recurso” para exponer los reclamos ante la comunidad local y que los pedidos lleguen a las autoridades.

Un escenario “agotador”

La logística de las tomas también implica el armado de “comisiones”, y en la mayoría de los colegios hay una marcada división del trabajo; por ejemplo, para realizar tareas de limpieza, para preparar los alimentos y para registrar el inventario de insumos con el que cuentan los estudiantes.
Para la mayoría, se trata de la primera experiencia de una toma estudiantil, una modalidad que ya se había visto en otros establecimientos con permanentes conflictos del orden estudiantil e incluso político, como la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini”, en Buenos Aires.
A su vez, para muchos la toma es “agotadora”, pero constituye la única forma de expresar sus reclamos, a partir de las falencias que cada uno de los establecimientos ha venido mostrando en los últimos años, que se acrecentó cuando, luego del receso invernal, no se volvieron a dictar clases en Puerto Madryn y el resto de la provincia.

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