HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

Lo digo o no lo digo… Lo digo o no lo digo…

Por Javier Arias
javierarias@eldigito.com

¿Está cansado que digan por ahí que usted, estimado lector, dijo cosas que no dijo? ¿Está usted, fiel seguidor de esta columneja, medio hinchado las amígdalas que la vecina ande pregonando cosas suyas que no son suyas? No se preocupe más, que la historia está plagada de este tipo de equívocos, tal vez mucho más grave que la gente piense que usted combina las medias a cuadros con las corbatas a rayas, aunque eso, perdone que le diga, no son cosas que se digan sino cosas que se notan a simple vista y no quedan nada bien, le juro.
El caso es que las tergiversaciones de este tipo son tan comunes como la injusticia, como decía la tía Clotilde. Por ejemplo, una de las más famosas es esa frase atribuida a Sherlock Holmes y que cualquiera que la escucha la relaciona directamente con el gran personaje creado por Sir Conan Doyle. Estoy hablando de la resonada “Elemental, querido Watson”. Parece ser que en ninguno de todos los libros de reconocido autor inglés se menciona aunque sea una vez esa sentencia, sí aparece por ejemplo “Elemental” por un lado y “Estimado Watson” por otro, pero juntas, nones. Hay quienes aseguran que si bien no está en los libros, sí aparece en las películas, lo que le sigue dando un sesgo de autenticidad, pero convengamos que así le podemos poner cualquier cosa en boca de los personajes literarios.
Otra para tener en cuenta es lo que supuestamente dice Humphrey Bogart al morocho pianista en Casablanca. “Tócala de nuevo, Sam”, bueno, no, nada, no lo dice y tampoco James Cagney se hace cargo de la mentada “tú, sucia rata”. Y aunque la Señora siga afirmando que sí lo dijo, no hay ni un fotograma donde la Coca Sarli nos derrita con ese imposible “¿Qué pretende usted de mí?”.
Pero dejando las artes, los personajes históricos también tienen lo suyo, ya que existen infinidad de grandilocuentes afirmaciones que en realidad se han tergiversado o cambiado o directamente nunca se han pronunciado.
Uno de los casos más conocidos es el de la frase atribuida a Maquiavelo, parece ser que el autor de “El Príncipe” jamás escribió “El fin justifica los medios”. Les seré sincero, si lo leí al libro no me acuerdo, así que confiaré en aquellos que aseguran que no está por ningún lado, aunque hay quienes dicen que si bien no está textual, hay una frase bastante parecida, ¿alguien de la audiencia que la tenga clara?
Viajando algunos kilómetros hacia el poniente nos encontramos a Luis XIV de Francia, quien, según la tradición, cierto día se enteró de que el parlamento de París se había reunido a sus espaldas, entonces interrumpió su cacería y se presentó frente a los representantes del pueblo, aún ataviado con su traje de montería a los gritos. La historia dice que el presidente del parlamento le hizo un comentario al monarca acerca del bien del Estado a lo que Luis XIV le contestó con su lapidario y perenne «El Estado soy yo».
Y acá llegan los aguafiestas de siempre, respetables historiadores niegan que esto haya pasado de esta manera, y como mucho, el rey se limitó a imponer silencio con un gesto. Lo que pasa es que al parecer, Luis XIV, que sólo tenía 17 años, era bastante poco agraciado, menos expresivo y directamente muy parco en sus palabras, lo que nos lleva a pensar que efectivamente es harto difícil atribuirle una frase de tal prestancia.
“Se puede engañar a todo el mundo alguna vez y a alguna persona todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Preciosa, ajustada y definitiva sentencia. Según las tradiciones y buenas costumbres esta frase la pronunció Abraham Lincoln el 8 de Septiembre de 1858, en el estado de Illinois, cuando se presentaba a las elecciones para senador. El problema es que no quedó ningún tipo de registro, ni en los periódicos de la época, ni en actas ni en nada. Recién aparece una referencia a la misma en un libro de finales del siglo XIX escrito por un coronel quien dice mantuvo con él esta conversación. Son muchos los que dudan de la veracidad del mentado coronel, pero son muchos más los que se esfuerzan por poner esas palabras en la boca de Lincoln, porque, a decir verdad, son definitivamente atractivas para un líder de estado, ¿no?
También son muchos los que afirman que Voltaire, en su buen y libertario francés, dijo “No estoy de acuerdo con lo que decís, pero defenderé hasta la muerte vuestro derecho a decirlo”. ¿Me creerían que no figura en ningún escrito del pensador galo? Apareciendo por primera vez en un libro titulado “The friends of Voltaire” escrito por Beatrice Hall. El único tema es que a Voltaire y la esmerada Beatrice los separan nada más ni nada menos que doscientos años.
Ahora mismo me asaltan algunas dudas, como la conocida frase de Julio Cesar “Alea jacta est” o la del Quijote, “Ladran Sancho, señal que cabalgamos”
Es que sin dudas muchas de estas frases parecen, más que dichas para la posteridad, escritas eficazmente con posterioridad. Por suerte de algo estoy seguro, Alterio sí grito a voz en cuello “La puta que vale la pena estar vivo”.

Nota del autor: Información extraída de los sitios web http://historiasconhistoria.blogia.com y http://1031tensai.blogspot.com

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