RECTA ELECTORAL CON LUPA PÚBLICA SOBRE EL DESEMPEÑO DE LOS PODERES DEL ESTADO. LA MALA NOTA AL OFICIALISMO Y LOS EXÁMENES FUTUROS SI A LA CRISIS SE LE SUMA UNA INTERNA PARTIDARIA. ¿EL EJECUTIVO QUE VIENE SE PODRÍA CONVERTIR EN LOS HECHOS EN UN PARLAMENTARISMO A MANOS DEL FDT?

Abriendo la cabeza

Por Trivia Demir

Falta una semana para la gran definición en las urnas que marcará el golpeado destino criollo por otros cuatro años, y no hay debates ni grandes movilizaciones que terminen de generar certezas de lo que vendrá. Sencillamente porque el escenario coyuntural, más allá del sello político que aspire a conducir, es de una complejidad inusitada.
En el medio, el deterioro institucional en aumento, no ayuda a la confianza pública, y tal vez son esos indicadores los que no hay que perder de vista, porque resultan los primeros indicios de la debacle. La falta de equilibrio, de independencia y de calidad de los poderes del Estado -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- son temas a seguir de cerca.

Datos concretos

Esta semana, según una encuesta demuestra que el 70% de los argentinos no está satisfecho con la labor del Congreso. Tanto la Cámara de Diputados como el Senado tienen similar nivel de desaprobación, aunque la Corte Suprema lleva la delantera, con un 50% de imagen negativa.
En uno de los años que puede convertirse en el menos productivo en el Congreso desde el retorno a la democracia, a causa de la extendida campaña electoral y la falta de acuerdos para sesionar, se conoció esta encuesta que evidencia un alto nivel de insatisfacción de los argentinos en torno al Parlamento, cuya mala imagen solo es superada, según el sondeo, por la Corte Suprema de Justicia.
El relevamiento fue realizado por la Universidad de San Andrés y revela que alrededor del 70% de los encuestados no está satisfecho con el desempeño del Congreso, y entre el 16% y el 17% está satisfecho en mayor o menor grado. Los resultados de la encuesta no ofrecen diferencias entre las cámaras: en el caso de Diputados, hay un 41% de encuestados “muy insatisfechos”, un 32% “insatisfechos”, un 14% “satisfechos” y apenas un 2% “muy satisfechos”, mientras que un 12% respondió que “no sabe”. En tanto, en el Senado, hay un 40% de encuestados “muy insatisfechos”, un 30% “insatisfechos”, un 15% “satisfechos” y apenas un 2% “muy satisfechos”, además de un 13% que “no sabe”.
En concreto, la percepción social se podría que es fiel reflejo de los resultados concretos que se ven en el Congreso y la floja perfomance de trabajo en relación a la complicada realidad de un país que necesita más que nunca de la calidad de sus instituciones. De hecho en lo que va del año, la Cámara de Diputados realizó solo seis sesiones –cuatro especiales, una ordinaria y una informativa-, mientras que el Senado realizó siete –tres especiales, tres ordinarias y una informativa-, y se sancionaron en total 33 leyes.

La Justicia, al tope

Sin embargo, de las instituciones evaluadas, la Corte Suprema de Justicia es la que acumula mayor nivel de insatisfacción: un 50% se expresó “muy insatisfecho” y un 27%, “insatisfecho”, mientras que la satisfacción también alcanza solo el 12%.
Estos resultados fueron obtenidos a través de 1.008 entrevistas realizadas entre el 1 y el 10 de octubre de 2019 a personas de entre 16 y 64 años conectadas a Internet, residentes en todo el país, vía el panel online de Netquest.
También se evaluó el desempeño del Poder Ejecutivo, y en este caso se detectó un 63% acumulado de insatisfacción y un 26% de satisfacción. Datos que a la hora de mirar hacia el 27 de octubre labran una tendencia no tanto política como de disconformidad con el funcionamiento institucional. Otro indicio que abona la idea de la ventaja que podría caberle a ´Todos´ sobre ´Juntos´ reeditando de arranque los resultados de las PASO.

La idea del ´Parlamentarismo de facto´

El analista político Ignacio Fidanza plantea una interesante mirada sobre el tipo de conducción del Ejecutivo que se podría dar si se confirman las principales tendencias con el triunfo del FDT, con el Ejecutivo comandado por Alberto F, pero un Congreso liderado en Senadores por Cristina FK, y en diputados por su hijo Máximo K. Dice Fidanza al hablar de un “Parlamentarismo de Facto” que “La idea de un naciente albertismo que margine a Cristina del corazón del poder, ignora los datos estructurales del nuevo escenario. Los análisis lineales que por estas horas supuestos conocedores del pensamiento de Alberto Fernández filtran a los medios, circulan entre la imprudencia y la ingenuidad. La comparación fácil con la dialéctica que animó el vínculo entre Néstor Kirchner y su creador inicial Eduardo Duhalde, es tan perezosa como aventurada.

Primero, la imprudencia

Alberto todavía no ganó la elección general, no asumió el poder y no tomó las primeras medidas para enfrentar una situación económica que se insinúa de gran complejidad. Es decir, están gastando a cuenta y mostrando las cartas, mientras irritan a engranajes esenciales del próximo esquema de poder. Este guion previsible del nacimiento del albertismo, cimentado en la alianza con los gobernadores, con Sergio Massa, Clarín y algunos intendentes del Conurbano, que forzaría la marginación de Cristina del núcleo de decisiones de Estado, sorprende por todo lo que no considera. Como si el país fuera una maravilla que funciona sola y los políticos tuvieran margen para modelar sus ambiciones en un universo paralelo.
Alberto Fernández, comentan quienes lo frecuentan, está muy preocupado por la economía que va a heredar de Macri. Sabe que en un puñado de meses la luna de miel que está viviendo con la sociedad, se puede transformar en desencanto y reproche.

Segundo, la subestimación

El punto entonces lleva a preguntarse ¿sobre que poder político se apoyará Fernández para enfrentar el momento de las decisiones difíciles? La respuesta es obvia: La legitimidad de fondo del proyecto es Cristina Kirchner. Ella aportó los votos decisivos y mantuvo la línea crítica contra el gobierno de Macri, cuando muchos de los que hoy apuestan a crear el ´albertismo´ se tentaban con un peronismo ´republicano´ y pro mercado que jubilara a la ex presidenta.
Fracasaron y hoy encuentran en Alberto la puerta de entrada que perdieron en el camino. Son una parte de la realidad política del peronismo, que la ex presidenta supo leer y por eso ensayó un paso hacia atrás que le permitió dar tres hacia adelante.

No tan rápido

El que crea que una vez que ganó, Cristina se va a retirar a cuidar a sus nietos; bueno, que lo crea, total no pasa nada. Pero el poder es otra cosa. Para Fidanza “La ex presidenta además de personificar la jefatura política de última instancia, tendrá en la etapa que viene el control directo la provincia de Buenos Aires -cuarenta por ciento del padrón nacional- y la mayoría larga en los bloques de diputados y senadores del peronismo. Esta situación mete a la Argentina en un parlamentarismo de facto, donde Alberto Fernández emerge como una suerte de primer ministro-presidente, que todavía tiene que construir su propio poder. Un desafío que hasta ahora ha sido esbozado en base a una trabajosa alianza con gobernadores y Sergio Massa, que a diferencia de los seguidores de Cristina, son administradores autónomos de su capital político. Es decir, Alberto no los puede mandar sin más, sino que necesitará negociar, cumplir y renegociar, con cada uno de ellos”.

El peligro del doble comando

“Entonces tenemos de un lado un bloque monolítico, con un liderazgo indiscutible y del otro una mezcla de entusiasmo y expectativa interesada, que contiene intereses muy diversos y de probable frustración. ´Alberto tiene la firma´, se entusiasman cerca del candidato. Y es una realidad. Acaso la carta más concreta que tiene en el nuevo juego del poder. Posee el recurso último que destraba las decisiones del Poder Ejecutivo. Y no hay manera sostenible de eludirlo. Por eso es parte de la ecuación, que se engarza con los otros polos de poder del peronismo. Por eso la simpleza de intentar entender lo que viene en base a una tensión entre albertistas y cristinistas.
Todo indica que vamos a un mundo más complejo, multipolar pero con un planeta dominante -Cristina-, en el que el Presidente será una suerte de primer ministro, sin poder territorial, pero con el control administrativo del Estado. Un presidente que deberá transitar la articulación de los distintos polos de poder del peronismo, en un esquema de acuerdos y tensiones que sería ingenuo imaginar inmutable. Por eso, la figura de un parlamentarismo ad hoc, acaso sea más útil que la idea fácil de sobreexponer sobre la realidad naciente, la pulseada Kirchner-Duhalde”, dice el autor.

¿El bueno y la mala?

“Porque si se trata de un gobierno de coalición hay otro eje posible para la consolidación de Alberto, que acaso requiere menos voracidad peronista y más destreza política. Un eje que implicaría desmontar lo que hasta ahora vienen emitiendo los albertistas, habilitados o no, para darle una base de poder propio a su jefe. Se trata de algo tan simple como difícil de alcanzar: articular un gobierno, un bloque de poder, que empiece a resolver los problemas del país. Un desafío que implica reconocer que Cristina es la líder de la expresión mayoritaria de la nueva constelación del poder y la construcción que ubica en Alberto todas las virtudes y en ella todos los problemas, es además de maniquea muy poco práctica”. En fin, como decía Voltaire a veces “es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado”. Habrá que ver…

Fuentes: NA, Parlamentario, UNAS, LPO, propias

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