EL DESENGAÑO SOCIAL SE TRADUCE EN EL ´VOTO DESCONFIANDO´ QUE SUMA MÁS DEL 20% DEL PADRÓN Y DEFINIRÍA LAS PRESIDENCIALES. LA DESCONFIANZA POST-PASO OCASIONÓ QUE SE FUGARAN 40 MIL DÓLARES POR MINUTOS Y QUE LAS RESERVAS CAYERAN EN CASI 17 MIL MILLONES. LAS ENCUESTAS MUESTRAN DUDAS DETRÁS DE LAS DECLAMACIONES DE CADA CANDIDATO. LA POLÍTICA, ENTRE LOS DISCURSOS TRILLADOS Y LA FALTA DE FE

El que gestione la confianza, gana

Por Trivia Demir

Confiar es un término con sentido, tanto que etimológicamente trae el trasfondo del sufijo ´con´ (que posee una determinada cualidad) y de ´fiar´ (un depósito dado como garantía a alguien). Si los consideramos de forma conjunta: es aquella garantía que le damos a alguien, y si lo consideramos políticamente es esa especie de ´cheque en blanco´ que sentimos que le damos a un proyecto conjunto y en mano a un candidato, en la solemnidad de las urnas con nuestro voto.
Sin embargo, la palabra confianza no forma parte de ningún spot de campaña ni está incluida en las plataformas de los candidatos advierten observadores finos de la rara coyuntura electoral argentina. Aunque está claro que la confianza del electorado es clave para las definiciones en las urnas, y sobre todo para el mayor éxito o fracaso de la gobernabilidad que se pretenda. Los analistas por ejemplo siguen tratando de cuantificar y establecer tendencias, sin concentrarse en este sentimiento que a todas luces ha regido el destino de las democracias y sus actores. Laurence Cornu decía que “La confianza es una hipótesis sobre la conducta futura del otro. Es una actitud que concierne el futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción de un otro. Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no control del otro y del tiempo”. Se podría decir que la confianza es ´entrega´.

El voto desconfiado

En tren de análisis las encuestadoras coinciden en general, que las últimas elecciones presidenciales del 2015 y las PASO de agosto 2019 muestran similitudes en el electorado “fiel” de cada facción (el núcleo duro de votantes de cada frente ronda aproximadamente el 35%)., pero lo que desvela a candidatos y gurúes de campaña es precisamente ese 20% de electores que conforman el cuerpo de “indecisos” o “independientes”, que en definitiva terminaron dando el triunfo por un pequeño margen a Cambiemos en el 2015, y que torció la balanza a favor del Frente de Todos en el 2019. Este es precisamente el grupo que no se ´entrega´ fácilmente y que guarda mayor desconfianza en las propuestas en danza, a punto de terminar definiendo su voto a último momento y hasta por circunstancias aleatorias.
En la experiencia previa a esta elección general, el oficialismo de hecho, perdió buena parte del voto de los sectores del trabajo por la caída del salario real –12 puntos porcentuales en 2018, y se anticipa un retroceso de siete puntos en 2019–, por el aumento del desempleo y por la inflación incontrolable. Además buena parte de la clase media está desencantada de su gestión, pero aún no le dio un voto definitivo de confianza a su oponente. Y en los círculos empresariales las opiniones están divididas. Lo que hay no convence y lo que se propone como cambio de Cambiemos genera cierta desconfianza sobre cómo hará para cumplir sus promesas, y por la aparición de polémicas figuras kirchneristas en su entorno.
En definitiva si a Macri le desconfían la clase trabajadora y parte de la clase media, aunque también los mercados y hasta el FMI, a Fernández le desconfía buena parte del empresariado, de la clase media, de los acreedores y también del FMI. Por eso tal vez hasta habría un pacto de no excesiva agresión para salvar la confianza necesaria para evitar el colapso definitivo, gane quien gane.

Las pérdidas

Pero la confianza es fundamental no sólo con vistas electoralistas, sino y fundamentalmente para construir un escenario futuro en el imaginario colectivo que permita orientar la energía masiva a un proyecto común. Lo otro, la desconfianza, es una peligrosa pandemia difícil de contener una vez que comenzó a propagarse.
El Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav) analizó por ejemplo las consecuencias de las políticas económicas post-PASO y el efecto concreto de la desconfianza. En ella, sostiene que desde el Ejecutivo “no pudieron evitar el inicio de una corrida contra los depósitos en dólares en el sistema financiero y que la corrida contra el tipo de cambio se profundizará”. Qué quiso hacer el oficialismo no se sabe exactamente porque si lo que se buscó fue espantar al electorado a los brazos de ´ninguno´, se logró ampliamente. La fuga de capitales fue rotunda. Y tras la devaluación post-PASO el gobierno estableció el “reperfilamiento” de la deuda en pesos y medidas que guardan relación con una política de restricción de cambio. Pese a ello, no pudo hacerle frente a la continua fuga de capitales.
Por la continua devaluación, dice la Undav, “cada vez más argentinos deciden ahorrar en pesos”. La compra de dólares para atesoramiento se incrementó en el interanual en un 13,5 por ciento pasando de los 1.017.714 de clientes en 2018 a 1.155.543 en 2019. También evaluó que desde el ingreso del último desembolso del Fondo Monetario Internacional – a mediados de julio – las reservas cayeron en casi 17 mil millones. Asimismo, por la desconfianza en la económica solo en dos semanas, los depósitos en dólares cayeron en más de 4,7 mil millones de dólares.
Pero el dato más ilustrativo es el relativo a la fuga de capitales. El Observatorio de Políticas Públicas de dicha Casa de Estudios sostiene que solo en concepto de salida de dólares del circuito formal de la económica, se fugaron casi 40 mil de dólares por minuto. Esto significa: 20.500 millones por año; 1.700 millones por mes; 57 millones por día; y 2,4 millones por hora.

Tambalea la fe

Cristina Monge sostiene desde el diario El Pais, que “Los lemas y discursos que hablan de gobernabilidad, estabilidad y seguridad dan en la diana de lo que el conjunto de la población necesita y quiere oír”. Sin embargo no siempre se lo cree. La columnista española advierte sobre la ´pandemia´ que también alcanza al nuevo mundo. Dicen que “Tras varias semanas debatiendo sobre la imposibilidad de formar Gobierno por la desconfianza entre las formaciones políticas que podían hacerlo, la llamada a las urnas desplaza el análisis hacia otro tipo de recelo: el que despiertan en la ciudadanía sus representantes políticos. Según el CIS, la desconfianza es, precisamente, el primer sentimiento que provoca la política al 34,2% de la población. Le siguen el aburrimiento y la indiferencia”. Agrega que “En su ´Algo va mal´, Tony Judt se preguntaba hace casi una década: ´¿Qué legaron la confianza, la tributación progresiva y el Estado intervencionista a las sociedades occidentales en las décadas que siguieron a 1945? La sucinta respuesta es seguridad, prosperidad, servicios sociales y mayor igualdad en diversos grados´. Curiosamente, todo aquello que hoy se tambalea, asimilando la incertidumbre al miedo. Quizá por eso el mismo Judt afirmaba que ´si la socialdemocracia tiene futuro será como una socialdemocracia del temor´, máxima que podría hacerse extensiva al resto de opciones ideológicas.
El contexto actual crea sociedades temerosas y desconfiadas porque la línea recta del progreso se ha truncado, porque la revolución tecnológica y la inteligencia artificial dibujan un escenario de arenas movedizas, porque el cambio climático supone modificaciones en las condiciones de vida humana en el planeta cuyo alcance tan sólo se puede estimar ligeramente y en escenarios cambiantes, y porque la desigualdad se ha instalado en el disco duro del sistema. Mientras esto ocurre, la política se muestra impotente. Porque no sabe, porque no puede o por ambas cosas, pero el resultado es una enorme sensación de desprotección de la ciudadanía, que observa temblorosa y desconfía.
En este escenario, los lemas y discursos que hablan de gobernabilidad, estabilidad y seguridad dan en la diana de lo que el conjunto de la población necesita y quiere oír. Ahora bien, su eficacia se reduce notablemente si a continuación los partidos no aclaran…” En fin, para electores y elegidos vale más que nunca la reflexión de Earl Gray Stevens al sostener que “La confianza, como el arte, nunca proviene de tener todas las respuestas, sino de estar abierto a todas la preguntas”. Habrá que ver…

Fuentes: NA, Política Argentina, UNA, El Pais, propias

ÚLTIMAS NOTICIAS