FIN DE SEMANA LARGO EN LA RECTA FINAL ELECTORAL. DEL OPTIMISMO DE LOS CANDIDATOS EN CAMPAÑA A LOS ANÁLISIS TÉCNICOS. EL BANCO MUNDIAL AUGURA QUE RECIÉN EN 2021 ARGENTINA MOSTRARÁ LEVE REACTIVACIÓN. LA MIRADA MEDIÁTICA FORÁNEA SOBRE LOS CICLOS CRIOLLOS A ROMPER. CONTEXTOS PARA SABER ELEGIR

Hiperrealismo necesario

Por Trivia Demir

Dicen que el optimismo y el pesimismo son, ante todo, actitudes existenciales. Como tales, no pueden quedar fuera de la política, ni mucho menos de la vida cotidiana de los desconcertados gobernados en un país donde la historia se repite como tragedia y farsa incesantemente. Alguna vez iniciaba un medio nacional con estas palabras ´mediadoras´ y apelando a esos estados de ánimo públicos, una complicada editorial de nochebuena con amenazas de saqueos y forcejeos sociales en el marco de una de las tantas crisis extremas que vivió el país: “La mirada optimista siempre ve o imagina el costado positivo de las cosas, porque es una de las expresiones de la fe y, por ende, un poderoso motor de la acción. En su límite, el optimismo puede ser también una variante de la ingenuidad, o una degradación del pensamiento constructivo que termina confundiendo el deseo con la realidad. En contraposición, la mirada pesimista señala el costado sombrío de la vida. Quizás sea también un ejercicio de fe, pero de carácter contrario. El pesimismo puede conducir a la duda paralizante, a la desesperación o a la derrota. En su límite, el pesimismo puede ser también un acto de lucidez que permite separar las realidades de las ilusiones. Como tal, puede emparentarse con el escepticismo sano, una especie de brújula interior que nos permite evitar caminos que llevarían al fracaso y, por ende, orientar al éxito”. Hoy, que no estamos por ahora en una situación tan extrema, los conceptos son válidos para mirar lo que viene sin exagerar de optimistas ni de pesimistas, pero sí de precavidos, porque como decía Bertrand Russell ´lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar´.

La pintura realista

Para mirar las cosas lo más cercanas a lo que serán, es importante considerar los informes menos ´emocionales´ y con el mayor contexto posible. Por ejemplo, el último informe sobre la situación de América Latina elaborado por el Banco Mundial. Allí se reporta que la economía argentina sufrirá este año una contracción del 3,1% y que bajará 1,2% en el 2020 y estimó que la actividad productiva del país recién volverá a la senda del crecimiento con una leve reactivación del 1,4% en el 2021. «La recesión argentina se profundizará antes de que comience la recuperación», señaló la entidad, al hacer referencia a los dos años de caída continua, tras el impacto de la devaluación. El BM destacó a la par que los países del Pacífico, América Central y el Caribe seguirán experimentando un crecimiento «más veloz, en promedio, que los países del Atlántico».
Las economías más grandes de la región tuvieron que enfrentar recesiones, turbulencias macroeconómicas o una desaceleración en el crecimiento, apunta el informe, que señala que Brasil crecerá un 0,9%; México, 0,6%, y Colombia un 3,3% este año. Asismismo, advirtió que «un freno en la economía mundial podría hacer que estas perspectivas se deterioren aún más», aunque indicó que «una mayor integración al comercio internacional y a las cadenas de valor globales podría reavivar el crecimiento económico».
El estudio indica que los acuerdos comerciales sellados por México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y el Mercosur y la Unión Europea, que fueron negociados en el transcurso del último año, «representan oportunidades hacia una mayor integración comercial y, eventualmente, un mayor dinamismo regional». «Ambos pueden tener efectos positivos considerables sobre el crecimiento, aunque deberán abordarse los impactos ambientales y las potenciales repercusiones negativas sobre ciertas áreas», indicó el informe, titulado «¿La integración comercial como vía hacia el desarrollo?».

El límite de las posibilidades

Por otra parte, A un mes de las elecciones generales del 27 de octubre, el diario Wall Street Journal realizó un duro análisis de por qué las crisis en Argentina son cíclicas. “El problema subyacente es un país que vive más allá de sus posibilidades”, sentenció la nota firmada por Santiago Pérez y Ryan Dube.
El medio especializado alertó que la Argentina se dirige hacia un posible incumplimiento de alrededor de $115 mil millones en bonos en moneda extranjera “solo 18 años después de su última gran crisis”. Asimismo, detalló: “El país recibió cerca de 30 paquetes de ayuda del FMI en los últimos 60 años, la mayoría con estrictas condiciones de austeridad que a menudo incumplió. Argentina ha renegado de la deuda al menos ocho veces en más de 200 años”.
Tras realizar un repaso de la mala situación económica, WSJ analizó que una de las razones por las cuales nuestro país no consigue frenar las crisis cíclicas es su forma de gestionar los recursos y el elevado déficit fiscal. “El gobierno gasta habitualmente más de lo que gana a través de impuestos y otros ingresos”, consignó. “El problema subyacente es un país que vive más allá de sus posibilidades. El gobierno gasta habitualmente más de lo que gana a través de impuestos y otros ingresos. En casi todos los años desde 1950, a excepción de unos pocos a principios de la década de 2000, cuando los precios de exportación de la soja despegaron, Argentina ha tenido un gran déficit fiscal”, consignó el medio.
En esa línea, precisó. “Para compensar la diferencia, Argentina a menudo imprime dinero que alimenta la inflación o toma prestados dólares del extranjero, o ambas cosas. Debido a que es una economía proteccionista cerrada al libre comercio y plagada de compañías ineficientes, lucha por generar suficientes dólares a través de las exportaciones para pagar sus deudas en dólares. Finalmente, los acreedores exigen tasas de interés más altas, los pagos de la deuda se vuelven insostenibles y todo se bloquea”.
Otro de los motivos por la mala situación económica lo atribuye al hecho de que los argentinos “usan el asediado peso para realizar transacciones básicas, pero recurren a dólares estadounidenses para ahorrar, para establecer precios inmobiliarios o para realizar transacciones de propiedades”. Y agregó: “Incluso ahorrar en dólares a menudo no es suficiente” al nombrar el corralito de 2001. En ese sentido, remarcó que los pronósticos indican que la crisis actual “puede ser menos dramática pero podría ser duradera”.

Cambios necesarios

El medio dedicó un apartado a la influencia del peronismo en la economía. Por un lado, se cuestionó el proteccionismo: “Las legiones de empresas ineficientes están protegidas de la competencia global, sin incentivos para exportar”.
Además, nombró las retenciones al agro: “Una política de la era de Perón que requería que el estado comprara productos agrícolas a precios bajos se actualizó para la era moderna, con los predecesores de Macri obligando a los agricultores a pagar impuestos a la exportación, una política inaudita en las economías modernas. Las exportaciones manufactureras también están sujetas a impuestos”. Para el medio estadounidense, la falta de industria deja al país en una posición vulnerable: “Otra dura realidad es la excesiva dependencia de Argentina en la agricultura. Cuando los precios de la soja y el trigo son altos, puede pedir prestados dólares y pagarlos. Cuando los precios caen, el banco central imprime pesos para cubrir el déficit presupuestario; la inflación se dispara”
Finalmente el ´mirador externo´ plantó una síntesis descarnada de las seguidillas políticas criollas: “El gasto peronista pesado tiende a ser seguido por un oponente no peronista elegido para limpiar las consecuencias económicas, lo que generalmente significa un programa de austeridad impopular. Ningún presidente no-peronista ha terminado un mandato desde la década de 1960”, indicó WSJ.
Todas estas descripciones son tal vez un baldazo de realidad poco optimista, pero en el fondo permiten identificar los recurrentes problemas a resolver, más allá del descreimiento hacia la capacidad de la política para forjar un país mejor que es un mal que anida en el corazón de muchos argentinos. La recurrencia de análisis mediáticos que sobran por estos días, son todo un paso de identificación que a días de las urnas debería traducirse en mejor elección para el vecino de a pie y en más proyectos para los candidatos. Porque así como para la vida la esperanza es una necesidad, para la política es un deber. Alguna vez Sábato reflexionaba que los pesimistas se reclutan entre los ex esperanzados, dado que para ser un auténtico pesimista es necesario haber tenido esperanzas que se perdieron. Pero incluso los pesimistas necesitan de vez en cuando renovar nuevamente su esperanza. Habrá que ver…

Fuentes: NA, AF, Perfil, WSJ, propias.

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