ESTUDIO DEL CONICET SOBRE LAS NECESIDADES DE HABITAT EN ARGENTINA

La expansión de las ciudades y cómo se crean las urbanizaciones informales

Durante el año 2018, en la Argentina, una de cada tres personas no tuvo acceso a una vivienda digna, destacando que el acceso a la vivienda digna sigue siendo una deuda.
Ese tercio que vive en malas condiciones reside en el 21% de los hogares del país, así lo refleja el informe “Pobreza monetaria y vulnerabilidad de derechos. Inequidades de las condiciones materiales de vida en los hogares de la Argentina urbana (2010-2018)”, elaborado por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
Al tiempo que el Laboratorio Urbano Digital de CIPPEC (LUD), que mide la expansión urbana en Argentina, encontró que el área urbanizada de los 33 aglomerados urbanos del país creció, entre 2006 y 2016, 102.587 hectáreas. De esa expansión, el 8%, que representa más de 8.000 hectáreas, son barrios informales, asentamientos o villas.
Y según los datos preliminares del Relevamiento de Barrios Populares realizado por el Estado nacional, en Chubut, los barrios populares suman 56, mientras que en el resto del país la distibución sería de 1612 en Buenos Aires, 55 en la Ciudad de Buenos Aires, 33 en Catamarca, 269 en Chaco, 172 en Córdoba, 107 en Corrientes, 168 en Entre Ríos, 78 en Formosa, 91 en Jujuy, 14 en La Rioja, 205 en Mendoza, 243 en Misiones, 84 en Neuquén, 114 en Río Negro, 145 en Salta, 29 en San Juan, 23 en San Luis, 333 en Santa Fe, 47 en Santiago del Estero, 36 en Tierra del Fuego, y 186 en Tucumán.

Desde la ciencia

La generación de estas urbanizaciones informales por la expansión no planificada de las ciudades es sin duda uno de los signos de nuestros tiempos, y por lo tanto, uno de los temas de estudio de las comunidades científicas, como es el caso del Instituto de Investigaciones y Políticas del Ambiente Construido del Conicet de La Plata. Ciudad donde las inundaciones son uno de los principales problemas ambientales. Las ocurridas el 2 de abril de 2013 impulsaron numerosas iniciativas por parte de diversos actores sociales en pos de dar respuesta a los daños ocasionados y evitar que vuelva a ocurrir un evento similar, así como también dio comienzo a un diálogo entre gestores y decisores políticos con el universo científico académico para lograr un abordaje más profundo de la cuestión. Sin embargo, hay que decir que el riesgo hídrico no es el único desafío que aqueja la zona y la conmemoración del Día Mundial de Hábitat este 7 de octubre es una buena excusa para repasarlos.
“El hábitat no son las plazas y los árboles. Es la construcción social de todo lo que compone a una ciudad, un proceso dinámico y continuo donde intervienen individuos con diferentes lógicas e intereses y que, organizados o no, son responsables de ella”, define Julieta Frediani, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones y Políticas del Ambiente Construido (IIPAC, CONICET-UNLP), en relación a la fecha establecida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1985 para promover a nivel mundial medidas de desarrollo sostenible que garanticen una vivienda adecuada para todos los habitantes.
Como inicialmente la cuestión que dio origen a esta celebración global fue el fenómeno de las migraciones de los habitantes rurales hacia los centros urbanos en busca de más oportunidades y mejor calidad de vida, Frediani reflexiona sobre la situación que se vive en esta parte del planeta: “Hoy más del 50 por ciento de la población mundial vive en ciudades, pero en América Latina ese porcentaje asciende al 80. Los desafíos que trae aparejados son muchísimos y muy diversos: pobreza, desigualdad, degradación de paisajes, deficiencia energética, trastornos de movilidad, y más”.
Esta concentración de la población –explica la especialista– se traduce en la multiplicación de urbanizaciones informales que, si bien están representadas principalmente por villas miseria y asentamientos precarios, no son las únicas: “Lo que tenemos es un crecimiento disperso y desordenado de las ciudades, en el que las zonas inundables se ocupan sin control y se convierten en residenciales, se crean barrios cerrados en cualquier espacio, o se construye en lugares alejados cuando hay áreas próximas que tienen todos los servicios y están vacantes. Entonces hablamos de una expansión compleja que desencadena muchos inconvenientes”, apunta.

Las necesidades

Desde la línea de investigación que dirige, denominada “Territorio y dinámicas urbanas”, Frediani enumera algunos de los problemas que a nivel local aborda el IIPAC: el loteo de terrenos antes de que tengan servicio de luz, agua y gas en lugar de gestionar primero la infraestructura adecuada para esas instalaciones básicas, y recién después vender y construir; la ocupación de suelos que se sabe que son bajos, como la zona de Villa Castells, por ejemplo; el avance sobre el cordón frutihortícola , que provoca un corrimiento de los cultivos; el aumento descontrolado de los invernáculos, algo que contribuye a la contaminación de las napas de agua debido al uso de fertilizantes; y el incremento de precios de los suelos, que dificulta el acceso para los sectores económicos medios y bajos.
El proceso de dispersión urbana que se viene dando en el partido de La Plata durante la última década habla por sí solo: según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de la República Argentina (INDEC) que aporta la investigadora, entre 1990 y 2010 la población aumentó un 21 por ciento, mientras que la superficie construida se incrementó en un 130 por ciento en el mismo lapso, pasando de 7.112,5 hectáreas a 16.394. En ese sentido, Frediani hace hincapié en que “suele culparse a la falta de planificación, y en realidad a mí me gusta decir que planificación hay, pero no es la adecuada. La verdad es que planes estratégicos, estudios y diagnósticos se han hecho muchos. Lo difícil es implementarlos. Ya tenemos normativa y código de ordenamiento y usos de suelo; no hay que hacerlos de nuevo, sino cumplirlos. Pienso que la universidad y los científicos conformamos una masa crítica capaz de aportar herramientas que ayuden a estos conflictos territoriales, y que eso debe ser aprovechado”.
Para la investigadora, cualquier ciudadano puede hacer honor al hábitat simplemente ejerciendo su propia responsabilidad sobre el cuidado del espacio habitado. “En la medida de lo posible usar menos el auto y optar por la bicicleta y el transporte público, sacar la basura cuando corresponde, y es importante enseñarle a los niños y niñas desde chiquitos, que toman el ejemplo y aprenden esas conductas muy fácilmente. No son grandes acciones, son pequeñas e individuales, que sin duda hacen la diferencia”, concluye.
Sobre el IIPAC, cabe mencionar que se incorporó como Unidad Ejecutora del CONICET La Plata y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en 2018, pero su surgimiento se remonta a 1974 como Instituto de Arquitectura Solar (IAS) perteneciente a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU-UNLP), que una década después se convertiría en el Instituto de Estudios del Hábitat (IDEHAB), y en 2009 quedaría definitivamente conformado en la unidad de investigación que es hoy. Actualmente, las líneas de trabajo son cinco, incluida la que dirige Frediani. El resto son “Hábitat, energía y ambiente”; “Movilidad, territorio y ambiente”; “Políticas urbanas y gestión”; y “Paisaje, medio ambiente y ciudad”. (Fuente: CONICET)

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