DENUNCIARON “AMENAZAS” Y CRITICARON A LAS AUTORIDADES POR NO HABER CONCURRIDO A LA ESCUELA

Levantaron la ocupación de la Politécnica

Luego de que la comunidad educativa de la Escuela 710 resolviera finalizar la ocupación pacífica, privando “garantizar la seguridad” de los estudiantes y tras presiones de diferentes sectores, alumnos de la Escuela Politécnica 703 “José Toschke” hicieron lo propio y decidieron, también, levantar el acampe que desde hace unos dos meses llevaban adelante en el establecimiento.
En este caso, denunciaron “amenazas”, presuntamente de autoridades escolares, algo similar a lo que había ocurrido con los estudiantes de la 710, por lo que, hasta el momento, son cinco las instituciones que permanecen ocupadas por sus estudiantes, en el marco de una disputa entre los gremios que nuclean a docentes y auxiliares -ATE y ATECh-, y el Gobierno Provincial.
Si bien la puja entre el sector gremial y la administración provincial continuará esta semana, tras haber anunciado que las clases no volverán, muchos estudiantes se encontraron con un escenario complejo y difícil de sostener en el tiempo, lo que habría dado lugar a que las presiones ejercidas por padres, docentes y directivos, se intensificara en los últimos días.

Más presiones sobre los alumnos

En el caso de la Politécnica, se trata de la primera escuela en haber sido ocupada en agosto, hecho que tuvo su réplica con el pasar de los días, cuando asambleas mediante, alumnos, padres, docentes y autoridades acordaron dar lugar a nuevas ocupaciones, con el objetivo de visibilizar la crisis que atraviesa la educación pública y con un importante apoyo por parte de la comunidad.
Tal como ocurrió en la Escuela 710, ubicada en la zona céntrica de Madryn, grupos de padres que buscaban desalentar las ocupaciones, previendo que con ello regresarían las clases, aparentemente habrían amenazado a los alumnos de la 703, lo que conllevó a que dejaran sin efecto la medida en el establecimiento.

Críticas a las autoridades

De este modo, sobre las 18:30 horas del pasado viernes, la calle Villegas se convirtió en una postal de resignación por parte de cientos de alumnos que comenzaron a levantar la ocupación y quitar algunas de las banderas, carteles y elementos que, hasta entonces, habían utilizado para sobrellevar los días dentro del edificio.
Previamente a abandonar este último, se mostraron disconformes con autoridades de la institución, que durante el curso de la ocupación no habían aparecido por la escuela; a diferencia de varios docentes que, apoyando la metodología del reclamo, incluso concurrieron a brindar ayuda y colaboración logística, hasta cocinando para los estudiantes.

Otras escuelas harían lo mismo

Todo parecería indicar que, en los próximos días, algunas de las cinco escuelas que todavía tienen a sus alumnos pernoctando dentro de los establecimientos, se plegarían a lo decidido por la 703 y la 710, considerando que, desde el inicio de las medidas, realizaron asambleas compartidas, donde la colaboración entre las instituciones, a través de sus alumnos, estuvieron a la orden del día.
Otro aspecto que dejaron entrever los más de dos meses de ocupaciones pacíficas es el surgimiento de grupos de padres que, en disenso con la actitud de los alumnos, buscaron desalentar las denominadas “tomas”, justificando dicha postura en el hecho de que algunos docentes ya estaban queriendo concurrir a dictar clases.

Una medida difícil de sostener

Un factor de importancia también es la dificultad de los alumnos, mayormente adolescentes y de distintas edades, para sostener una medida de tanta envergadura en el tiempo, donde las presiones comenzaron a sentirse por parte de padres y, en varios casos, docentes, autoridades escolares y funcionarios de la cartera educativa, que ya cambió de ministros tres veces en lo que va del año.
La necesidad logística y de colaboración con objetos para la limpieza, la seguridad y la higiene, además de alimentos no perecederos entre otros elementos, también sumió las ocupaciones en un contexto de importante complejidad, toda vez que el apoyo de padres y docentes comenzó a encontrar su resistencia en otras familias que, en una posición contraria a dicho escenario, comenzaron a agruparse para intensificar sus pedidos de que los jóvenes abandonen los edificios educativos.

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