CREER O REVENTAR

Voyager 2, un año en el espacio interestelar

Las naves más viajeras de la historia siguen dando alegrías a la NASA y haciendo honor a su nombre. Lanzadas en 1977 con unas semanas de diferencia para explorar los planetas del Sistema Solar exterior, las gemelas Voyager 1 y Voyager 2 han superado con creces las expectativas más optimistas de los ingenieros y no sólo siguen volando, sino que ya han salido de la frontera teórica del Sistema Solar.
Mientras la Voyager 1 entró en el espacio interestelar el 25 de agosto de 2012 -la confirmación se hizo al año siguiente-, este lunes cinco estudios distintos aseguran que la Voyager 2 lo consiguió el 5 de noviembre de 2018 y describen cómo es esa región fronteriza del Sistema Solar en la que comienza el denominado espacio interestelar. En la actualidad, la Voyager 2 está a más de 18.000 millones de kilómetros de la Tierra. Es una distancia tan grande que sus datos llegan casi 19 horas en llegar a nuestro planeta.

Viento y plasma

Tal y como explican los científicos de la Universidad de Iowa que firman uno de los cinco estudios publicados en la revista Nature Astronomy, fue justo hace un año cuando el instrumento que la Voyager 2 lleva para medir el plasma detectó un cambio brusco en la densidad de éste: del plasma caliente y de baja densidad característico de las regiones dominadas por el viento solar al plasma frío y de mayor densidad que se cree que hay en el medio interestelar.

Fronteras formadas por fluidos

El viento solar es el chorro de partículas ionizadas o plasma que sale de la corona solar y del campo magnético. La heliosfera -región interior de la Vía Láctea donde están los planetas del Sistema Solar- está dominada por el viento solar y bajo la influencia de ese campo magnético. «La vieja idea de que el viento solar va disminuyendo gradualmente a medida que se entra en el espacio interestelar simplemente no es cierta», aseguró Don Gurnett, científico de la Universidad de Iowa y coautor de uno de los estudios publicados.
«Hemos mostrado con Voyager 2 -y previamente con Voyager 1- que hay una frontera distintiva. Es sorprendente cómo los fluidos, incluyendo los plasmas, forman fronteras», señala en un comunicado Gurnett, científico principal del instrumento de plasma de las sondas y autor del estudio que en 2013 confirmó que la Voyager 1 había entrado en el espacio interestelar.
Los datos recabados por la Voyager 2 sugieren, además, que en la heliosfera hay distintos espesores, según los científicos.

Sobrevuelo de planetas gigantes

La sonda Voyager 2 fue lanzada con el objetivo de explorar Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Tras sobrevolar Júpiter y Saturno, su gemela Voyager 1 se dirigió directamente hacia el espacio interestelar, mientras que la Voyager 2 hizo un rodeo para llegar a Neptuno y Urano. Por eso ha tardado seis años más en alcanzar el espacio interestelar que la Voyager 1.
Mientras que la Voyager 2 hizo su entrada en la región interestelar cuando se encontraba a una distancia del Sol de 119,7 unidades astronómicas o UA (una unidad astronómica es la distancia que hay entre la Tierra y el Sol), la Voyager 1 lo hizo estando a 122,7 UA del Sol, es decir, una distancia similar. Esto, según los científicos implicaría que la heliosfera es simétrica o al menos lo es en los dos puntos por los que cruzaron las naves Voyager.

Un viaje de cuatro décadas

Pese a los 42 años que llevan viajando por el hostil espacio, las dos sondas están en bastante buen estado aunque como recuerda el astrónomo Rafael Bachiller, «a la hora de estudiar el medio interestelar, la Voyager 2 supone una ventaja respecto a su hermana pues, aunque en ambas todavía funcionan sus subsistemas de ondas de plasma (PWS), la primera mantiene activo el espectrómetro de plasmas (PLS) que permite estudiar las características del plasma por el que atraviesa, mientras que este instrumento dejó de estar operativo en la Voyager 1 hace muchos años».

Fuente: El Mundo

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