BIOGRAFÍAS IMPOSIBLES DE PERSONAS QUE DEBERÍAN HABER EXISTIDO

Andrew Sparks, entre los clarinetes y las serpientes

Por Javier Arias
javierarias@eldigito.com

Andrew Sparks nació en la ciudad de Nueva York. Muchos de sus biógrafos aseguran que este hecho, sumado a que sus padres eran músicos, influenció decididamente a la hora de seguir su vocación. Pero documentación reciente echa tierra sobre tan tajantes aseveraciones, afirmando en su defecto, que Andrew Sparks no era neoyorquino, sino croata; y sus padres no eran músicos, sino artesanos de resina epoxi. Pero no quisiéramos iniciar esta biografía con una polémica, así que nos atendremos a las primeras manifestaciones de sus historiadores.
Entonces, como decíamos, el pequeño Andy tuvo la oportunidad de aprender el clarinete con su padre –como ustedes ya saben, si bien se asegura que él mismo era clarinetista, ciertos documentos aseguran que lo más cerca que pasó el viejo Roland Sparks de un clarinete fue cuando la banda de nacional de Croacia visitó su escuela- quien le escogió un buen instrumento, un clarinete en mi. No, no era de él, pero estaba en mi. No, que no se refiere a ningún criterio espiritual de mi alma, el dichoso instrumento estaba en la nota musical mi.
También se dice que su madre era pianista, y por eso Andrew creció en un ambiente rodeado de música; pero sin temor de generar algún tipo de controversia, nos animamos a contradecir esta afirmación para asegurar que Melina Carter de Sparks no era pianista, en modo alguno podría haberlo sido debido a un problema congénito en sus manos, pero, bueno, que bien podría haberlo hecho con los pies, no sería la primera vez que esto ocurre.
Continuando con el hilo académicamente aprobado de la vida de Andrew Sparks, nos encontramos que el joven, ante los reiterados consejos de sus padres de que no continuara la carrera musical –“No sigas tocando eso, Andrew, así te vas a morir de hambre” dicen que decían- ingresó a la universidad de Princenton, para tomar los estudios de antropología. Pero la vocación siempre es más fuerte que la voz paterna y se anotó para estudiar, al mismo tiempo, con el afamado clarinetista Octavius Kustassianoff.
Al poco tiempo de recibir el grado de bachiller en antropología, Andrew Sparks, según los informes oficiales, se convirtió en el primer clarinetista americano en recibir una beca para estudiar en Turquía, donde habría asistido a las clases de los maestros Berkant Nuria y Kirill Mehmet en el Conservatorio de Ardahan, ciudad del noreste de Turquía, a orillas del Kuruchay. Pero, sin faltar el respeto a los biógrafos de Sparks, nos gustaría hacer ver que Andrew no está registrado en ningún archivo del afamado conservatorio, ni Nuria, y mucho menos Mehmet, recuerdan a ningún americano entre sus estudiantes. Lo que sí se puede probar documentalmente es la partida de Andrew y su arribo a la ciudad de Ankara, también en Turquía, pero más lejos. Allí estudió el viejo arte de hipnotizar serpientes con una flauta, instrumento vagamente similar al clarinete, tal vez ahí radica el involuntario error de sus historiadores. Y como bien se sabe, el viejo arte de hipnotizar serpientes con una flauta nació en la India, de allí se extendió por el sudeste asiático, Oriente Medio y el norte de África, en especial Marruecos y Túnez. Por eso, Andrew, buscando siempre la fuente del saber se encaminó a la Meca de los encantadores. Pero lo que Sparks desconocía era que el baile de la serpiente había tenido su época dorada en el siglo XIX, pero una serie de acontecimientos, que sería demasiado tedioso narrar en esta oportunidad, hizo decaer notablemente la actividad, siendo tal vez la prohibición de tener serpientes en India, el acontecimiento más significante.
Es así que Andrew Sparks llegó a la India y sólo halló a algunos encantadores de serpientes en ciertos mercados alejados y de muy baja reputación. Perdiendo interés en las serpientes, en las flautas, y especialmente en los clarinetes, Andrew Sparks volvió a Estados Unidos y se transformó en un excelente curador de museos, hoy empleado en el de Ciencias Naturales de Kentuket, Ohio.
Cabe aclarar que sus historiadores dicienten en esto y lo reflejan como un eximio instrumentista, cofundador de la reconocida agrupación “Los Cinco del Ritmo”, ganador del concurso nacional “Andruver”, con extensas grabaciones para los sellos Sony Classical, Deutsche Grammophon y Bridge records y maestro de músicos en las academias Sibelius. Pero, sin intención de menospreciar a sus biógrafos, hoy en día, cualquiera escribe historia.

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