SU CUERPO FUE ENCONTRADO ENTERRADO EN PLAYA PARANÁ, DÍAS DESPUÉS DEL HALLAZGO DE “PATO” LÓPEZ

Se cumplió un año del brutal asesinato de Federico Lomeña

Hace exactamente un año, información provista a la Justicia por un “testigo protegido” que luego quedó incriminado en la causa, permitió a los investigadores dar con el paradero del cuerpo de Federico Lomeña, un joven de 27 años que había sido ultimado en lo que luego se conocería como el “doble crimen de Puerto Madryn”.
El complejo entramado que envuelve a los homicidios de Lomeña y Héctor “Pato” López tuvo su origen con la desaparición de este último, denunciada unas diez horas después de que el joven, que había trabajado en el puerto de Madryn, se ausentara de su domicilio para aparentemente ir a buscar un electrodoméstico a la casa de un conocido.
El vehículo que López manejaba, un Volkswagen Vento, fue hallado por técnicos de Servicoop que realizaban tareas en las inmediaciones de El Doradillo, y días después, su cuerpo sería encontrado en las proximidades, semienterrado y con signos de haber sido ejecutado tiempo atrás.
A pesar de que el presunto líder de la banda, oriundo de Mendoza, fue sobreseído en la causa de los asesinatos, todavía continúa siendo investigado por narcotráfico; mientras tanto, varios de los detenidos permanecen en la misma condición, en el marco de un expediente con una importante cantidad de ramificaciones y testimonios que dan cuenta de cómo operaba dicha banda, que comercializaba estupefacientes en lugares públicos.

Doble homicidio

Lomeña y López eran amigos y, según testimonios de la causa, formaban parte de una banda dedicada al narcomenudeo, donde la droga que comercializaba, mayormente marihuana, provenía de la provincia de Mendoza.
El presunto líder de la asociación ilícita, apodado “El Mendocino”, fue detenido en dicha ciudad en una serie de operativos que elevó la cifra de detenciones a más de diez, entre las que se contabilizaban aquellos presuntamente sospechados de pertenecer a la operación de compraventa de estupefacientes, y los implicados en el asesinato de los dos jóvenes; entre ellos, Nicolás Cerrudo, que se quitó la vida luego de declarar ante la Fiscalía.

La falsa huida hacia Bragado

En el caso de Federico Lomeña, información que tramita en la causa llevada a cabo por el Juzgado Federal 2 de Rawson, indica que tenía intenciones de huir hacia Bragado, provincia de Buenos Aires; localidad de la cual era oriundo.
Sin embargo, ello no fue posible porque no se supo nada del joven desde el 21 de noviembre de 2018, cuando denunciaron su desaparición; paralelamente, uno de los implicados en la causa había recibido una foto de la Terminal de Ómnibus de Puerto Madryn desde el celular de Lomeña, lo cual daba cuenta de su plan de regresar hacia Buenos Aires; sin embargo, la instantánea había sido tomada días después de esa fecha, por lo que la investigación apunta a alguien que, en posesión del dispositivo, había intentado simular la huida, cuando en realidad el muchacho ya había sido ultimado.

Crimen planificado

El cuerpo de Lomeña fue hallado enterrado en la zona de Playa Paraná, a unos cien metros del camino que conduce hacia Cerro Avanzado; tenía unas veinte puñaladas y estaba recubierto con bolsas.
Las primeras hipótesis apuntaban a un presunto ajuste de cuentas vinculado al narcotráfico, y con el tiempo se pudo conocer una serie de disputas que se mantenían entre varios de los integrantes de la banda, así como también mensajes surgidos del peritaje en el celular de Cerrudo, en el que pedía ayuda “para matar a un transa” a algunos de sus amigos, ofreciéndoles marihuana a cambio de que colaboraran en la tarea.
Uno de los implicados en la causa testificó que Cerrudo lo había obligado, a punta de pistola, a acompañarlo abordo de un auto para trasladar lo que parecía ser un mueble con droga en su interior, el cual enterrarían en Playa Paraná; sin embargo, algunos datos que surgieron después permitieron asegurar que en realidad, se trataba del cuerpo de Lomeña, que habría sido ultimado en el mismo lugar que López: una casa ubicada sobre la calle Berwin, donde convivían dos de los integrantes de la banda, uno de ellos familiar de la propietaria, y el otro, un amigo que utilizaba una habitación.

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