HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

De Gaudi hasta las papas fritas

Por Javier Arias
javierarias@eldigito.com

Uno se pasa todo el año peleándose con las dietas para llegar al verano con algo que se asemeje a una silueta aceptablemente humana, aunque a decir verdad lo único que consigamos sea redondeces tamboriles. Pero dejando de lado estas frustraciones tan mundanas llegamos a estos mediados de enero y de las dietas sólo el recuerdo. Mejor una buena picada con una cervecita, frente al mar. Y si de picadas hablamos, la vedette de toda buena picada, por más que vengan marchando fiambres y salamines, son las papas fritas. Papas fritas, que debido a la perdida del, tan añorado por algunos, 1 a 1, volvieron a tener la forma tradicional de papas fritas, o sea, ninguna forma en particular, forma de papa frita. Aunque los 90 nos había logrado acostumbrar a esas papas fritas tan paquetas, tan uniformes, tan elegantes y tan importadas. Esas que vienen en un tubo, todas apiladitas y cortadas por un sastre gastronómico.
¿Se acuerdan? No pienso decir la marca, pero empieza con p y termina con s. Me encantaban, aunque se siguen consiguiendo por ahí, prefiero no sacar el plazo fijo del banco. Tienen una forma de lo más caprichosa, todas lisitas y con esas orejitas paradas a los lados, sin posibilidad de error, que se pueden apilar perfectamente como las sillas de plástico de un bar. Ahora bien, ¿cómo hace esta buena gente para que queden todas igualitas?
Parece que la forma de estas papas fritas es un paraboloide hiperbólico, no se me asuste, no lo estoy insultando, el paraboloide hiperbólico es una forma geométrica, ni más ni menos que igual a una silla de montar. Hágase la idea de una silla de montar, o mejor mire la figura que acompaña esta nota, ¿vio que es igualita a una papa frita?
Y ahora viene la pregunta del millón… ¿Por qué? ¿Cómo se logra?
El paraboloide hiperbólico es la estructura bidimensional que mejor resiste los esfuerzos de presión-tensión. Ya se sabe, la naturaleza es vaga y los sistemas físicos tienden siempre a su estado de mínima energía, como me decía mi madre en la tarde de los domingos, pero en palabras mucho menos académicas. La forma de paraboloide hiperbólico minimiza la deformación de la papa cuando, debido a los cambios de temperatura en la sartén, sufre esfuerzos de presión-tensión. O sea, la idea es cortar las papas siempre a la misma medida, freírlas siempre a la misma temperatura y al mismo tiempo, y ¡voila!, se deforman todas de la misma manera. Lo demás es fabricar cilindros de cartón y venderlas en el supermercado.
Pero usted no se conforma con la historia de las papas fritas, usted es un lector ávido de nueva información y que necesita material para sus tertulias de mate y tortas fritas. Está bien, acá estoy, siempre al pie del cañón.
El hombre ha copiado a la naturaleza en casi todo, desde la gota de agua para las alas de los aviones, hasta la estructura de las hormigas para el hormigón armado, ups, eso no, pero era un chiste fácil, ¿no?
La arquitectura es una de las áreas que más usan la observación dela naturaleza para tomar prestadas soluciones simples. Y así lo pensó el genial Gaudí, aquel artista y arquitecto catalán, quien hizo un uso extensivo del paraboloide hiperbólico para sus cúpulas y techos. El motivo es que esta estructura bidimensional, como dijimos, es óptima para resistir los esfuerzos de presión-tensión, por lo que de forma barata pueden obtenerse techados con gran resistencia de carga…
Así que gracias a los buenos amigos de Curioso Pero Inútil (ver anotación al pie) ya tienen otra de esas frases aptas para toda reunión que se precie. Apoyado en la mesa, agarre una papa frita y con mirada ganadora dígale a la rubia de al lado: “La vida se explica en las cosas más simples, preciosa, hasta Gaudi hizo sus catedrales basado en una papa frita”.
Hasta la próxima.

Nota del Autor: Esta nota está citada de la publicación del artículo “La forma de una patata frita” escrito por Remo para su sitio web Curioso Pero Inútil: http://curiosoperoinutil.blogspot.com/

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