ESPECIALISTA DICTARÁ EL TALLER “¿POR QUÉ NO DIGO LO QUE PIENSO”

El coaching ontológico, una herramienta para aprender a comunicarse con los demás

La coach ontológica Viviana Mattano se refirió al alcance de la disciplina, que lleva varios años constituyéndose no sólo como una herramienta para potenciar el liderazgo dentro de las empresas, sino también apunta a mejorar la comunicación entre las personas y la visión que las mismas tienen sobre determinadas situaciones. En este sentido, la especialista dictará el taller teórico vivencial “¿Por qué no digo lo que pienso?”, el cual prevé “encontrar nuevas herramientas para mejorar la relación con los demás”. Coordinada por Valeria Vázquez, la jornada tendrá lugar el sábado 28 de marzo, de 10 a 13 horas, previa acreditación a las 9:30, en el Salón Mimosa del Hotel Rayentray de Puerto Madryn.
Los interesados podrán contactarse al teléfono (280)466-1989 y al mail vlv22@hotmail.com, así como también interiorizarse respecto de la temática a través de las páginas de Facebook e Instagram @siendocoaching.
Mattano, directora de Siendo Coaching, es una especialista que dicta cursos orientados a distintos ámbitos, basados en la práctica del coaching ontológico: “Cuando hablamos de lenguaje no nos referimos solamente a palabras, sino a cuerpo y emoción. Esta disciplina trabaja en la comunicación, ya que no podemos solos sino que hacemos con otros. Y cuando tengo que “hacer con otro” empieza el juego social y la comunicación”, señaló en diálogo con este medio.

Diario: – ¿Cómo definiría el Coaching Ontológico?

Viviana Mattano: Es una profesión que invita al aprendizaje permanente, que enfoca en los resultados, ya que todo lo que hacemos, lo hacemos apuntando a los mismos. Sin embargo, esto no significa que, cuando nos enfocamos, las cosas nos salgan. A veces sí, a veces no, a veces abandonamos, pero todas las inquietudes que nosotros tenemos las llevamos adelante enfocados en los resultados. Y mientras hacemos esto, el coaching trabaja la manera de relacionarnos; primero con nosotros mismos, y después con los demás. Es una profesión que apunta a desafiarnos y potenciarnos en la forma en la que estamos mirando el mundo, trabajando sobre un montón de distinciones comunicacionales.

D: – Es decir, cuestiones ligadas al lenguaje.

VM: Los seres humanos no podemos solos, hacemos con otros. Necesitamos un receptor, pero a la vez, tenemos mucha conversación con nosotros mismos. Permanentemente, lo que hacemos es un trabajo de buscar diariamente la coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Muchas veces sentimos una cosa, pensamos otra y decimos otra. Y lo que no nos damos cuenta es que, como biológicamente somos seres emocionales, todo lo que uno sienta desde las emociones, encamina a que deba gestionarlas, o bien que las mismas lo secuestren. Es decir, mostrarlas o callarlas. Pero en cualquiera de esas dos situaciones no se puede escapar de la emoción, por lo que muchas veces uno siente una cosa, piensa lo mismo, pero por miedo, dificultad o lo que sea, dice otra cosa distinta a lo que siente. Todo lo que nosotros generamos está dado por la emoción. Si a uno su jefe lo invita a hacer una actividad laboral, por miedo a no ser capaz, puede decirle que sí porque se trata de su jefe, sin saber cómo llevar a cabo la tarea. Todo ese hacer y esa acción que sigue a la tarea está más involucrada con el miedo y los obstáculos.

D: ¿A veces puede existir miedo a decir que “no”?

VM: En ocasiones, sí. En realidad, suele haber un miedo a decir que no, y otras veces tenemos miedo a todo lo nuevo, lo distinto. Vivimos aproximadamente un 95 por ciento por día en modo automático y solo un 5 por ciento de manera consciente. Vamos aprendiendo cuestiones que luego ponemos dentro de la “cajita de herramientas”, y empezamos a vivir en automático. Por ejemplo, aprendemos a manejar, nos subimos al auto y no estamos todo el día viendo cómo se pasan los cambios y demás. Es más, manejamos, pensamos, hablamos con alguien, escuchamos la radio, etcétera. Para nosotros, toda esa actividad es automática, y mientras tanto vamos teniendo un montón de pensamientos fuera de lo que es manejar. Entonces, muchas veces, cuando entramos en “automático”, frente a cosas del aquí y el ahora que van pasando, no tenemos posibilidad de poder parar a reflexionar o verlas.

D: ¿Cuál es el límite en el que empiezan a visualizarse estas últimas cuestiones?

VM: Cuando tenemos crisis o cuestiones a las que no estamos acostumbrados, podemos decir que “no lo vimos venir” o incluso preguntarnos “cómo me pudo pasar esto”, entrando en otro plano y tomando consciencia de algo que antes no veíamos. El coaching trabaja este entrenamiento, de que somos seres de observación y que hay tantos mundos como seres humanos; y de que, en realidad, todo el tiempo tengo que tener una mirada reflexiva hacia mí respecto de cómo me estoy comunicando con el mundo. Mientras tenga vida, tengo el cien por cien de responsabilidad de la única llave hermosa que tenemos, que es poder elegir qué hacer o no con nosotros mismos y con los otros. Inclusive, podemos elegir cuándo hacer silencio y cuándo hablar. Pero hay una diferencia entre ser consciente o no cuando tomemos esta decisión.

D: – ¿Qué transversalidad tiene el coaching ontológico con otras disciplinas en cuanto a su aplicación práctica?

VM: En principio se trata de una carrera y una profesión medianamente nuevas. Obviamente, se nutre de la psicología, la filosofía y el PNL (Programación Neuro Lingüística), además de varias ciencias y formaciones. Lo que trae es esta forma de comparar la parte biológica nuestra y que no podemos cambiar, es decir, el hecho de que somos seres emocionales; y toda la parte social y lingüística. Porque cuando hablamos de lenguaje no nos referimos solamente a palabras, sino a cuerpo y emoción. Esta disciplina trabaja en la comunicación, ya que no podemos solos sino que hacemos con otros. Y cuando tengo que “hacer con otro” empieza el juego social y la comunicación. En la estructura del lenguaje, necesito comunicarme para hacer con alguien. Puede parecer que, cuando digo o pido algo a alguien, soy muy clara en ello, incluso puedo escuchar del otro lado un “sí, te entendí”. Sin embargo, después, cuando “salimos a hacer”, la persona hace “A” y yo le pedí “Z”. Rápidamente, cuando algo no sale como yo pedí, a veces hay entredichos, discusiones y gente que vuelve a ver, reacomoda y vuelve a ejecutar. Lo que vemos es que la comunicación y la coordinación de acciones con el otro nos trae muchos inconvenientes, nos enojamos rápidamente y nos dejamos llevar por la emoción. Hasta decimos “dejá, lo hago yo, porque te pido y lo hacés mal”.

D: – ¿Ese sería el punto de partida para la práctica del coaching ontológico?

VM: Ahí empieza el coaching a mostrar una danza de distinciones que tiene que ver con la forma en que miramos, cómo pedimos, cuál es la diferencia entre un hecho y un juicio, qué pasa con nosotros cuando pedimos algo que tenemos claro y sabemos cómo lo queremos, pero donde tal vez lo solicitamos con un tono de voz que puede ser tan agresivo que la persona no haya escuchado el mensaje. Y comenzamos a ver que coordinar acciones con el otro es un milagro, un juego de atención y empatía permanente. No es que porque yo tenga claro lo que quiero y lo diga, el otro lo va a hacer. El lenguaje es acción, todo lo que yo digo genera mundos, aunque no directamente proporcionales; uno puede decir una cosa y el otro entender otra. En ese “juego” debemos tener diferentes técnicas y distinciones que mejoren la potenciación y el enfoque del resultado de lo que queremos.

D: – De este modo, ambas partes del tándem “emisor-receptor” se verían beneficiadas.

VM: Lo que hay que entender es que el único beneficio no es para el otro, sino para mí. Porque si yo vivo en coherencia, mis emociones lo estarán, y por ende la forma de ir hacia el otro y comunicarme va a estar bastante tranquila y empática. Y esto no significa que yo tenga la razón o sea mejor que el otro. Incluso, puedo estar en coherencia dentro de una disidencia. Estar en coherencia significa sentir, pensar y decir aquello que sentimos o queremos en el momento indicado.

D: – En el mundo empresarial suele aplicarse el coaching ontológico ligado al liderazgo. ¿Es necesario, primeramente, aprender a liderarse a uno mismo para luego seguir con los demás?

VM: En las empresas doy un programa que se denomina “Liderando mi metro cuadrado”. Evidentemente, lo que tratamos de hacer es demostrarle a la gente que las cosas no suceden por culpa del otro o porque “el mundo lo quiso así, entonces me tengo que entregar”. El “yo puedo” y “yo quiero” está ligado al ámbito y el momento que uno esté viviendo. Si con cincuenta años digo que quiero ser bailarina profesional de ballet, evidentemente no habrá manera. Podemos con la realidad dentro de lo que creamos. En las empresas, cuando trabajamos y potenciamos el liderazgo interno, hablamos de ámbitos para esto último, ya que uno puede ser un muy buen líder en el trabajo y tal vez no en la casa; tal vez, porque los roles son distintos, ya que nos movemos por ámbitos y no en todos desarrollamos los recursos de la misma manera.

D: – ¿Qué sucede con nuestro alrededor y la forma en la que nos afecta para comunicarnos con los demás?

VM: Es muy importante tener en cuenta que, frente a todo lo que nos pasa, no tenemos manejo. Pero sí tenemos un manejo para pensar “qué hago” con eso que me ocurre. Entonces, decimos que “entre el cielo y el infierno hay un paso”. Según cómo mire e interprete el mundo, entro tomada por la emoción y genero un montón de juicios y prejuicios que en la acción me van a llevar a encontrar obstáculos permanentes, o me paro en lo que pasó y pienso cómo puedo empezar a tomar otra mirada. Puedo declarar “no sé”, una declaración fundamental que invita al aprendizaje, así como también otras tantas cosas que quiero hacer y que anteriormente no las vi, y que viéndolas ahora puedo potenciarlas.

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