AUMENTÓ LA OBESIDAD INFANTIL EN SECTORES VULNERABLES Y LOS DE MAYOR PODER ADQUISITIVO

Los casos de malnutrición crecen en los extremos socioeconómicos de Madryn

Un relevamiento elaborado por antropólogos del Conicet arrojó precisiones respecto de un sector de la población que comprende a menores de edad, entre 6 y 14 años, pertenecientes a segmentos con menor y mayor poder adquisitivo, y por ende, con mayores y menores niveles de vulnerabilidad económica, social, sanitaria y alimentaria.
El estudio, titulado “Doble carga de malnutrición y nivel de bienestar socio-ambiental de escolares de la Patagonia argentina” fue publicado en 2019 en la revista Nutrición Clínica y Dietética Hospitalaria, y editada por la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA), con sede en Madrid, España.
Los autores del documento fueron las investigadoras Bárbara Navazo, Evelia Oyhenart y Silvia Dahinten, que se desempeña en el CCT Conicet-Cenpat, y explicaron que “la doble carga de la malnutrición constituye un desafío para la salud pública y una problemática creciente en Latinoamérica y el Caribe”.
La información vertida por el documento expuso un indicador de por sí importante, que apunta a que la malnutrición está presente en la mayoría de los barrios, a pesar de que en algunos casos tiene que ver con el tipo de alimentos consumidos según el nivel socioeconómico, pero en todos ellos, con malos hábitos alimenticios y sedentarismo.

Mayor y menor bienestar

En este caso, precisaron a través del informe que “el análisis poblacional de Puerto Madryn resulta interesante, visto que esta ciudad registró desde 1970 el mayor crecimiento demográfico de Argentina”, aclarando que “no obstante, la reducción en el nivel de industrialización podría haber repercutido en el bienestar de los habitantes”.
El objetivo del estudio fue evaluar “la asociación entre el estado nutricional y el nivel de bienestar socio-ambiental de escolares, de 6 a 14 años de edad, residentes en Puerto Madryn”.
Para ello, relevaron el peso y la talla en 2.799 escolares, empleando la referencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para determinar “desnutrición, sobrepeso y obesidad”.
Asimismo, un factor fundamental fue el nivel de bienestar de las familias, lo que diferenció a los encuestados en dos grupos, uno con mayor bienestar socio-ambiental (MaB) y otro con menor bienestar (MeB).

La vivienda, indicador de la calidad de vida

En el caso del MaB, “se caracterizó por presentar viviendas con paredes de ladrillos y pisos revestidos, acceso a servicios públicos, cobertura de salud por obra social o prepaga y padres con trabajo formal”, mientras que “el MeB, en cambio, presentó viviendas con paredes de chapa y/o madera, pisos de cemento o tierra, hacinamiento, asistencia a hospitales públicos y padres con trabajo informal”.
También, las autoras observaron “presencia de desnutrición 2,6 por ciento y exceso de peso 46,9 por ciento”, asegurando que “la desnutrición crónica y el sobrepeso fueron 2,1 por ciento y 3,6 por ciento superiores en los escolares con MeB”.

El Pujol II, el más perjudicado

En esta línea, señalaron que “la población escolar de Puerto Madryn presenta doble carga de malnutrición, característica de un estadio avanzado de transición nutricional”, sumando a ello que “las mayores prevalencias de desnutrición crónica y sobrepeso se asocian a menores condiciones socio-ambientales” y que “la obesidad en cambio, se presenta independientemente del nivel de bienestar socio-ambiental”.
“En la mayoría de los barrios analizados”, continuaron, “los valores de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) no se modificaron en el período 2001-2010; la excepción fue el barrio Agustín Pujol II, en el cual los porcentajes de NBI cambiaron de 25%-50% a más de 50%, indicando un aumento de la pobreza estructural en los hogares de las familias de la zona”.

Factores de incidencia

En otro orden, el relevamiento arrojó que “diversos autores han planteado la importancia de analizar los barrios con relación a la salud de las personas que residen en ellos; el hecho de que un barrio no cuente con disponibilidad y accesibilidad a servicios sanitarios, alimentos sanos o que registre contaminación ambiental, pueden ser elementos nocivos para la salud de quienes habitan en él”, agregando que “distintos aspectos del entorno barrial han sido vinculados a factores tales como mortalidad infantil, bajo peso al nacer, tabaquismo y depresión” y que “sus condiciones representan entonces, contextos sociales y comunitarios dentro de los cuales pueden ocurrir cambios en los comportamientos individuales tales como la inactividad física, el sedentarismo y la mala alimentación; la privación socioeconómica, las condiciones precarias de vivienda, y la falta de aceras, parques y áreas de recreo que se creen, conducen al aumento del riesgo de obesidad”.

Baja talla por edad

El análisis del estado nutricional de los niños de Puerto Madryn “evidenció la coexistencia de ambos extremos de la malnutrición en los barrios”, agregaron, precisando que “en el caso de la malnutrición por déficit, se observó que en el barrio Agustín Pujol I, la baja talla por edad (BT/E) disminuyó en 5,4 por ciento; sin embargo, en los restantes barrios las prevalencias se mantuvieron, aún en el barrio Pujol II en el cual la pobreza estructural aumentó”.
“Es probable”, explicaron, “que la reducción de la desnutrición crónica encontrada en el Pujol I se relacione con la aplicación del Programa de Mejoramiento Barrial (Pro.Me.Ba.); entre los años 2005 y 2013, este programa benefició a más del 20 por ciento de la población de Puerto Madryn y tuvo como finalidad consolidar los asentamientos informales a través de la legalización de la tenencia de la tierra, las obras de acceso a servicios públicos, las mejoras en las viviendas y entornos urbanos, y de este modo combatir en forma focalizada y territorial la pobreza”.

Migraciones y radicaciones

En el mismo sentido, el documento expresó que “en particular, las obras realizadas en el barrio Pujol I incluyeron saneamiento, equipamiento urbano y comunitario, estabilización de suelos, alumbrado, cloacas y gas” y que “otro caso interesante fue lo observado en el barrio Agustín Pujol II, en el cual los porcentajes de las NBI cambiaron de 25%-50% a más de 50%; dicho aumento pudo deberse, en parte, a que durante los primeros años del siglo XXI este barrio fue uno de los sectores más excluidos de la ciudad”.
Sobre esto último, relataron que “cuando en el 2005 Aluar realizó obras de ampliación y arribaron a la zona migrantes internos y externos como mano de obra, Pujol II se convirtió en uno de los sectores más populosos de Puerto Madryn; la escasez de viviendas y los costos elevados de los alquileres hicieron surgir asentamientos con indicadores sociales de alta vulnerabilidad sanitaria y socioeconómica”.
Sin embargo, “la prevalencia de retardo linear de crecimiento de los niños se mantuvo en el orden del 4 por ciento a pesar de que en este contexto era de esperar que la desnutrición se elevara con el incremento de la pobreza estructural”, remarcaron, añadiendo que “posiblemente el hecho de que no se registrara incremento de la desnutrición pudo deberse a que diversas redes sociales contribuyeron a la contención y a la radicación en el barrio de los recién llegados”.

Recursos económicos y dieta

En cuanto a la obesidad, “la comparación entre las dos cohortes relevadas indicó que la mayor diferencia (18,6%) se registró en el barrio San Miguel con 25%-50% de NBI, seguida por el 13,4% encontrado en Parry Madryn, un barrio con 0%-10% de NBI”, explicaron.
Los incrementos más significativos de obesidad “se registraron tanto en barrios con alto NBI como en aquellos con valores bajos, y esto podría relacionarse al planteo de Patricia Aguirre (N. del A.: autora de “Estrategias de consumo: qué comen los argentinos que comen”), quien propuso que habría dos tipos de niños ‘gordos’; por un lado, estarían los de la opulencia, resultado del mayor consumo de ‘snacks’, gaseosas y alto sedentarismo, y por el otro, los de la pobreza que, además de estar expuestos a problemas de salud asociados a la obesidad, conllevan una desnutrición oculta, caracterizada por la falta de proteínas y micronutrientes como consecuencia de una alimentación monótona, basada en hidratos de carbono”.
La dieta de los hogares de bajos recursos “está conformada por la canasta de alimentos a la que pueden acceder, que no necesariamente es compatible con sus deseos o recomendaciones nutricionales”, subrayaron, mencionando que “a su vez, estos hallazgos confirman lo informado por la OMS según la cual entre 1980 y 2014, la prevalencia mundial de obesidad alcanzó valores por encima del doble de los registrados precedentemente”.

Qué barrio está “mejor” posicionado

“A diferencia de lo observado en los restantes barrios, el Del Desembarco con NBI de 0% a 10% no registró diferencias en las prevalencias de obesidad entre ambas cohortes y, además, presentó las más bajas encontradas”, rubricó el documento, citando a autores que “postularon que el mayor nivel socio-económico se relaciona con el menor grado de sedentarismo” y agregando, en este sentido, que “es probable que las familias presenten mejores condiciones que les permitan desarrollar más actividad física y/o controlar más equilibradamente la alimentación de los niños”.
“Según Mabel Gracia Arnaiz (“Fat bodies and thin bodies. Cultural, biomedical and market discourses on obesity”, 2010) en los últimos cincuenta años se han observado cuatro fenómenos distintos, aunque estrechamente vinculados: el establecimiento del peso corporal ideal y las normas dietéticas; la construcción de la delgadez como un atributo de la salud y de la distinción social; el reconocimiento de la obesidad como enfermedad; y la transformación de la salud y el cuerpo en factores socioeconómicos y, por lo tanto, en oportunidades de negocio”.

Desnutrición por obesidad

Por ende, las autoras concluyeron que “el estudio realizado permite concluir que, a pesar de que la mayoría de los barrios de Puerto Madryn conservan los niveles de pobreza estructural, el estado nutricional de los escolares varía” y que “mientras que la desnutrición crónica se mantiene o desciende, la obesidad aumenta distribuyéndose homogéneamente en todos los barrios”, lo cual “confirma que la desnutrición está siendo reemplazada por la obesidad”.
Finalmente, plantearon que “se considera que el análisis del estado nutricional complementado con la metodología de las NBI permite evaluar las transformaciones del contexto de residencia de una población, pudiendo identificarse los grupos vulnerables, que serían de interés en el diseño de política públicas en salud”.

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