La economía argentina ya acumula 21 meses consecutivos en caída

Que la economía de nuestro país está atravesando un momento sumamente delicado no es novedoso, ya que hace siete trimestres en los que los indicadores son negativos. De esta manera, resulta que la recesión es la más prolongada desde la crisis de 2001, según destacó la consultora Ecolatina en su último informe. En tanto, la entidad en cuestión tampoco fue muy optimista de cara al futuro inmediato, ya que no prevé que haya un rebote durante el primer semestre de 2020.
El informe de la agencia en cuestión también precisó que luego de la crisis vivida en nuestro país a inicios del milenio actual la única que había sido peor, en términos de destrucción productiva, fue la de 2008/09, cuando la actividad económica se desplomó más del 10% en sólo tres trimestres, aunque luego recuperó los niveles previos a la crisis rápidamente.
Asimismo, la recesión por la que se atraviesa en la actualidad ya lleva siete trimestres sin mermar, y todavía sigue sin encontrar piso, según las estimaciones de la consultora. Teniendo en cuenta esta realidad, Ecolatina afirmó que la actividad “no logrará repuntar en el primer semestre de 2020”.
Al igual que todas las complicaciones que se viven a nivel nacional y que repercuten, lógicamente en los ciudadanos, la caída en la economía y el freno en el consumo también tienen una influencia mayor en Chubut. Lo que sucede en la provincia patagónica es que la crisis económica y financiera, que alcanza con más fuerza a los empleados de la Administración Pública hace que el consumo merme, teniendo en cuenta que los salarios se pagan de manera escalonada, generando una erogación no prevista por el pago de intereses al cancelar los servicios y bienes con los vencimientos ya pasados.

Reestructurar la deuda

No obstante, algunas decisiones en torno a la política fiscal y monetaria podrían generar una leve reactivación hacia la segunda mitad del año, agregó el informe. En este sentido, Ecolatina evaluó que son varios los factores para tener en cuenta a la hora de evaluar si se podrá materializar una reactivación de la actividad hacia la segunda parte de 2020.
El resultado de la renegociación de la deuda es “uno de los más importantes”, teniendo en cuenta que “una reestructuración exitosa permitiría otorgar certidumbre a la economía argentina y relajar tensiones en el frente cambiario y financiero”, apuntó Ecolatina, y remarcó que, para lograr este objetivo, el Gobierno Nacional está siendo prudente en términos fiscales con el fin de dar señales a los acreedores.
Además de aumentar los ingresos a través de una suba de la presión impositiva, se encuentra tratando de resguardar el gasto público (principalmente a través de la seguridad social) para alcanzar un resultado primario sostenible y hacer frente a las obligaciones.
En este sentido, es que no se espera que el consumo y la inversión pública sean en 2020 motores de la economía.

Seguirá cayendo en 2020

En otro orden, vale recordar que la semana pasada, el Fondo Monetario Internacional (FMI) indicó que espera señales económicas del Gobierno Nacional para dar su pronóstico sobre como cerrará la economía argentina en 2020. En tanto, el Banco Mundial pronosticó que el Producto Bruto Interno (PBI) argentino tendrá una contracción de 1,3% para este año. Por su parte, desde la consultora Ecolatina prevén que durante la segunda mitad del año habrá una mejora, aunque no logrará compensar con la caída del primer semestre, por lo que estiman que en 2020 la economía caerá 1,6%.
“Las medidas empleadas para reactivar la actividad dependerán primordialmente de como se resuelva la reestructuración de la deuda. Si la renegociación es exitosa, las decisiones en torno a la política monetaria y fiscal generarían un mayor dinamismo de la demanda interna y una mejora en los niveles de consumo hacia el segundo semestre”, afirmó la consultora, que afirma que, de lo contrario, la relajación de la política monetaria generará mayor brecha cambiaria y aumento de los precios, y la política de ingresos no será suficiente para aumentar el consumo.
“En este sentido, teniendo en cuenta la frágil situación por la que atraviesa la economía argentina, podemos prever que la actividad no logrará repuntar en el primer semestre del 2020. De todas formas, algunas decisiones en torno a la política fiscal y monetaria podrían generar una leve reactivación hacia la segunda mitad del año”, estimó la consultora.

Caída del poder adquisitivo

El trabajo señala que, por otra parte, se intenta recomponer el poder adquisitivo de las familias de menores ingresos para despertar el consumo interno, mediante el otorgamiento de bonos para los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y jubilados, más el bono de adelanto a modo de paritarias a los asalariados privados. “De esta forma, teniendo en cuenta que estos hogares son los que poseen mayor propensión a consumir, la transferencia de ingresos hacia la base de la pirámide podría otorgar un freno a la disminución del consumo”, advirtió.
Por otra parte, Ecolatina afirmó que el aumento de la presión impositiva y la incertidumbre sobre la economía argentina mantendrán a la inversión productiva en terreno negativo. “Sin embargo, las restricciones de acceso al mercado cambiario podrían generar incentivos a dinamizar la construcción (como consecuencia de la falta de alternativas para volcar los ahorros) y el otorgamiento de créditos subsidiados a la producción podría activar la compra de bienes de capital. De esta forma, la inversión podría cerrar el año con una desaceleración en su caída respecto de lo ocurrido en 2019”, estimó.
Respecto al frente externo, indicó que, por un lado, las mejores perspectivas para la economía brasileña auguran una mayor demanda desde el país vecino, aunque, por otro lado, dos factores atentarán contra la expansión de las exportaciones: por un lado, menor cosecha respecto a 2019 (aunque será muy alta) y, por otro, el aumento en derechos de exportación más la pérdida de competitividad por el dólar anclado. De esta manera, se espera un buen resultado para las ventas externas, aunque desacelerando su crecimiento respecto a 2019.

Un default es consecuencia de una administración imprudente de la deuda

La Argentina está muy cerca de llegar a la cima de la tabla de posiciones de los máximos defaulteadores que tristemente lideran Ecuador y Venezuela con diez unidades. Un nuevo episodio de cesación de pagos sería el noveno, de los cuales cinco habrán sido en los últimos cuarenta años (1982, 1989, 2001, 2014 y ¿2020?), a un ritmo promedio de uno cada ocho años.
Y, como si no fuera poco, cada cesación de pagos saca a la luz toda la mediocridad y la decadencia de los políticos que juegan a culparse mutuamente respecto a quién tomó la deuda o quién la defaultea. Mientras tanto, 45 millones de habitantes siguen presos de una decadencia que los empobrece lenta y paulatinamente año a año.
Un default es siempre consecuencia de una administración imprudente de la deuda. Pero, a su vez, la deuda, al igual que la inflación, son hijas del déficit fiscal y nietas del gasto público. Detrás de una administración imprudente de la deuda se esconde siempre la imprudencia fiscal. La capacidad para financiar un déficit fiscal vía emisión de dinero y/o emisión de deuda es limitada. Por eso, tarde o temprano, dicha indisciplina en las finanzas públicas se termina pagando con crisis de deuda o de inflación, o una combinación de ambas.

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