HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

La gran y misógina pantalla

Por Javier Arias
javierarias@eldigito.com

Estaba hoy rebotando de página en página sin un objetivo definido y me encontré con el test de Bechdel . En mi vida había escuchado de este bendito test, ¿y usted fiel lector? El caso es que después de averiguar un poco sobre el mismo, la verdad es que me sorprendió no haber leído sobre esto en los últimos tiempos, tan teñidos de las cuestiones de género.
La cosa es que el test de Bechdel es el método que se usa para evaluar si algo es “too much” misógino, bueno, algo, algo no, sino que se aplica en guiones de películas, series, obras de teatro, comics o cualquier otra representación artística, para saber si cumple con los estándares mínimos para evitar la brecha de género.
También se lo conoce como «Test de Wallace» o simplemente «The Rule» (“La regla” en el idioma del país del norte) , una vez leído el guión o la obra en cuestión, se deben responder tres preguntas, si alguna de ellas da una respuesta negativa, se entiende que no cumple con las premisas del test.
Y cuáles son esas preguntas, estará pensando usted, querido lector; son la mar de simples y uno pensaría que no es posible que haya película que no las cumpla. La primera es si en la obra salen al menos dos personajes femeninos. Seguro que sí, respondería casi sin pensar, a menos que se trate de una película sobre Tarzán y la lucha contra los caníbales reducidores de cabezas. La segunda, ¿dichos personajes se hablan la una a la otra en algún momento? Bueno, ya esto no es tan de cajón, porque podrían no estar en la misma cuadra, o ser una muda y otra sorda, ¿no? Pero la tercera ya plantea algo por lo cual no pondría las manos en el fuego (frase que nunca me terminó de cerrar, ¿por qué cuernos uno pondría las manos en el fuego?, dígame usted, el fuego quema me dijeron de chiquito y más de una vez lo pude comprobar, así, que vamos, ¿no hay otra forma de atestiguar fidelidad que no sea con quemaduras de primero y segundo grado?), ya que nos cuestiona si en la mentada conversación, entre los dos personajes femeninos, la misma trata de algo más que no sea un hombre. Y sin restringirlo a un tema de relaciones románticas, porque si por ejemplo son dos hermanas hablando de su padre, no pasa el test. Y en algunos casos, se aumenta la apuesta a que, además, las dos mujeres sean personajes con nombre, y no dos enfermeras en un costado de la escena hablando de la escasez de catéteres descartables.
Ahora bien, parece que este test es mucho más complicado de lo que uno imagina, por ejemplo, existen infinidades de películas que no lo pasan, desde la trilogía original de Star Wars hasta todas las películas de James Bond, Cuando Harry conoció a Sally tampoco, no lo pasa Avatar, esa película donde la protagonista es una fémina azul, ni Toy Story, tampoco Gladiador ni Volver al Futuro, no lo pasa Los Cazafantasmas ni la la saga entera de Piratas del Caribe, mucho menos Hombres de Negro y ni siquiera Desayuno en Tiffany con la inolvidable pero escasa para el maldito test, Audrey Hepburn. ¿Y sabe quien tampoco la pasa? Diez de las quince películas de los estudios Pixar, salvandose dignamente Bichos, Toy Story 2, Los Increíbles, Brave e Intensamente.
Pero hay algo más, que si estas tres simples reglas se aplicasen a la inversa, o sea, cambiando el género y en vez de personajes femeninos, se cuestionara si hay dos hombres, que hablen entre ellos y que no sea sobre mujeres, daría como resultado que prácticamente todas las películas estrenadas cumplen el requisito.
Un verdadero dislate diría la tía Eduviges, pero los números mandan, ya que al parecer, entre el año 2000 y el 2016, sólo el 55% de las 108 películas nominadas a Mejor Película en los Oscar pasan el test de Bechdel. Y de las 16 películas que ganaron el Oscar a mejor película del año en esos mismos años sólo 9, poquito más de la mitad, superan el test.
Así que ya sabe, para la próxima salida al cine, primero me lee el guión y se hace estas tres preguntas, no vaya a ser que por desconocimiento sigamos profundizando las brechas, que de grietas estamos hasta el tuétano, ¿no?

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