LOS REPERFILAMIENTOS ESTÁN LEJOS DE PRODUCIRSE Y EL CUMPLIMIENTO DE PAGOS DE DEUDA EMPIEZA A ATRANCARSE. LA JODA POLÍTICA HISTÓRICA ARRASTRA A LA SITUACIÓN MÁS COMPLEJA DE LOS ÚLTIMOS AÑOS A LOS ASALARIADOS. ARCIONI SE DEBATE ENTRE CONSEGUIR PRESTAMOS SEMANALES O CERRAR LA CASA DE GOBIERNO

Default o por defecto

Asusta la palabrita. La semana cerró con funcionarios en Chubut que salieron a reprimirla. No se quiere reconocer el límite de desgobierno traspasado, pero sin embargo se reconoce que ´Chubut está quebrada y no hay salida´. A la par, no se puede pagar empleados, ni proveedores y aunque comenzaron a decirle «reperfilamiento», la realidad es que la Provincia no puede pagar sus vencimientos de la deuda en dólares y debe conseguir un acuerdo con los tenedores de bonos para cancelarlos en plazos diferentes y extendidos. Y eso técnicamente y ´por defecto´, se trata de un default.

El gesto a los tenedores

Se dice que los gobernadores, alineados con el Gobierno nacional, buscan lograr metas fiscales a toda costa, ajustando a los trabajadores. En el caso del gobernador Mariano Arcioni una cosa resultaba fundamental hasta la semana pasada y era precisamente conseguir “las herramientas” legislativas para mostrar que se tratará de realizar un achique. Un plus que le otorgó su vice, Ricardo Sastre que logró alinear a la legislatura en aprobaciones por unanimidad en la mayoría de los proyectos abordados. Sin eso, afirman desde Rawson, se hace casi imposible recibir alguna ayudita más de Nación.
El tema es que implementar las medidas recaudatorias se sabe que será lento, y mostrar bajar el gasto también, a menos que los empleados se terminen cansando y renunciando en masa accediendo a los retiros que propone Arcioni.
Un proceso de achique que se pretende dar precisamente en momentos en que se produce una puja campal porque el gobierno ni siquiera puede cumplir con los salarios, y donde difícilmente se pueda entonces ´negociar´, por lo que mal se puede hablar de estrategia. Así las cosas, la crisis parece no tener fin a la vista más que el default, que por ahora se niega pero que es inminente.
Ante esto sería poco más que en vano cualquier protesta, y por las dudas, y como si fuera poco, cuando si surge resistencia, está dicho que se seguirá reprimiendo.

La brújula y la interpretación

Alberto Fernández fue claro. En la apertura de la Asamblea Legislativa hace una semana, afirmó que su Gobierno busca un «programa integral y sustentable, con metas fiscales para alcanzar a partir de la renegociación de la deuda». Este programa integral, que logre metas fiscales, no es otra cosa que achicar el gasto y superar el déficit fiscal de las provincias, pero para muchos gobernadores como sucede con Arcioni la interpretación fácil y se reduce sólo a ajustar los salarios de los trabajadores y los jubilados, por supuesto no de la planta política, que por el contrario sigue creciendo en personal como lo exponen los últimos ingresos en la secretaría privada y en Economía, y se sigue intentando aumentar sueldos como lo demuestra el proyecto ingresado en Diputados.

Peor imposible

La tranquilidad que muestra Arcioni que insiste en que “no le va a temblar la mano” para gobernar y superar esta crisis, es porque que la mayor parte de las provincias están en déficit fiscal producto de la recesión económica que ocasionó la propia política de ajuste impartida por el FMI, y el «consenso fiscal» que recortó impuestos provinciales, como ingresos brutos.
Como reza el refrán: “mal de muchos, consuelo de tontos”. Este ajuste se vio reflejado en varias provincias. En Salta, por ejemplo, pasó de presupuestarse un déficit de casi $ 14.000 millones para 2019, a un déficit de sólo $ 1.100 millones (Ministerio de Economía de Salta). Esto se logró a costa de incrementar los ingresos y realizar un importante recorte del gasto.

Los sueldos cayeron y se los tragó la inflación

El Iaraf (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) destacó que hubo una reducción real de los salarios de los empleados públicos de las provincias y una caída de la inversión real. «Muchas provincias tuvieron una política de atraso salarial significativa que les permitió mejorar sus cuentas fiscales a través de una caída real del gasto en personal». Sin embargo, lejos de compensar este atraso salarial, las provincias buscan cristalizarlo.
Mientras tanto, la CTERA (la Confederación de Trabajadores de la Educación) aceptó una paritaria nacional para este año con un aumento del salario inicial del 13,5 % y sumas fijas, que provocaron mucho malestar en la docencia a nivel nacional.
Por este motivo, once provincias no comenzaron las clases. Los trabajadores de la educación encaraban paros y movilizaciones en el inicio del ciclo lectivo, como en Rosario, contra la peor propuesta salarial de la historia, así como en Córdoba, Santa Cruz, Chubut, Neuquén, Jujuy y otras provincias.

Unos contra otros

Los docentes salteños también tuvieron que enfrentar a la Policía de Gustavo Sáenz. En el mediodía del viernes el gobernador de Salta mandó la represión contra docentes autoconvocadas que se habían movilizado hasta la puerta de la Casa de Gobierno y exigían ser recibidas.
En tanto el lunes pasado no arrancaron las clases en la provincia de Santa Fe. La respuesta de paro de 48 horas fue la primera medida tomada contra el irrisorio 3 % de aumento, y eliminación a la cláusula gatillo, que propuso el gobierno peronista de Omar Perotti.
Los gobernadores provinciales, están en sintonía con el intento del Gobierno nacional de cerrar las paritarias por debajo de la inflación, y por lo tanto seguir aplicando más ajuste a los y las trabajadoras. En tanto la CGT sigue sin llamar al paro.

Contener o cerrar

También hay estatales que salen a luchar en Patagonia, como ocurrió en Neuquén o en Chubut. En la primera de estas luchas, los trabajadores denunciaron el envío de patotas y represión por parte del intendente del Frente de Todos en Centenario. En el segundo caso, este jueves fueron reprimidos por la Policía con gas pimienta. Y como si fuera poco, en lo que se puede decir que es una medida inédita a nivel nacional, ante la nueva marcha que se congregaría al día siguiente, el gobierno de Arcioni dispuso directamente “asueto” administrativo y cerró la Casa de Gobierno. Una figura que directamente expone la gravedad institucional que se sobrelleva y donde, por mucho menos, otros gobernadores debieron dar un paso al costado.
Además, tal como relata la Izquierda, no es la primera vez que éste manda a la Policía a reprimir o se producen situaciones impensadas y extremas: hace un par de años se murió un policía en estos trances lamentables, y todavía resuena la tristeza por las dos docentes fallecidas en un accidente luego de viajar a Rawson a reclamar por sus derechos violentados. A todo esto “sobrevivió” Arcioni sin demasiada resignificación de su modo de conducción.
En ese marco, la semana cerró con un cúmulo de problemas de comunicación que no hace más que exponer la debilidad política que pervive en el seno del gabinete de Chubut. Si una semana atrás no se pagó el escalón correspondiente al rango y nadie salió a anticiparlo, este fin de semana se comunicó tarde y mal que se abonaría hasta $85 mil y se terminó pagando a los dos rangos faltantes sólo $45 mil. Como si fuera poco, nadie capitalizó ese pago que sin embargo se pudo hacer en medio del fracaso de una colocación de letras. Todo embarrado con rumores sobre la presunta renuncia del ministro de Economía, Oscar Antonena nunca del todo aclaradas oficialmente. Y para completar el cuadro, se dio un acto de ´sincericidio´ demoledor de parte del ministro de Gobierno, José María Grazzini quien lanzó en cordobés básico que ´La Provincia está quebrada, no hay plata y no hay salida´ (Ver https://www.elpatagonico.com/no-hay-plata-y-no-hay-salida-dijo-grazzini-n5087120 ) Un reconocimiento poco oportuno del fracaso y del desgobierno que reina en el oficialismo.

La deuda criolla y la espera interminable

Para los entendidos, todo está supeditado a la posibilidad de reperfilamiento de la deuda nacional, y en ese marco la Provincial. La clave o conclusión general se encontraría en la necesidad de reconstruir “la confianza” de los acreedores que serían los mismos que los de los futuros inversores, lo mismo que decía el gobierno precedente con los resultados ya conocidos. Es decir, se trataría de seguir haciendo neoliberalismo para que los beneficiados por el régimen saliente sigan contentos. Si tal cosa se cumpliese, volverían a llover los dólares que nunca llovieron, salvo para arriba por la vía de la fuga contra deuda.
Según cuentan en el Ministerio de Economía, no está claro si los acreedores tienen una estrategia común, cartelizada. Pero lo que sí hicieron todos fue la misma pregunta: “¿Qué esfuerzo está dispuesta a hacer la Argentina para conseguir la reestructuración?» No hace falta aclarar lo que en este contexto significa “esfuerzo”.
Se trata simplemente de “el programa” que el establishment financiero reclama: continuar con el ajuste, es decir con la baja de salarios y jubilaciones y, especialmente, con la reducción de los servicios del Estado. Esto significa alcanzar un programa con el FMI que no sea “inusual”, como dicen desde Wall Street, y que funcione como el famoso “sello de calidad” del acuerdo con los privados, como ya se decía en los primeros años 2000.

Se necesitan dólares, no pesos

Educados en los países centrales y en la ortodoxia económica muchos de los negociadores privados realmente creen en la deformación teórica de que la deuda externa de los países periféricos se paga con superávit fiscal y no con dólares. No es el caso, por supuesto, de los técnicos del Fondo, quienes saben perfectamente cuál es el rol geopolítico de la institución: mantener el actual esquema de división internacional del trabajo, una visión compartida por la alta burguesía local.
La respuesta que los bonistas escucharon del otro lado de la mesa no les gustó nada. Los funcionarios les explicaron que “el país”, no precisamente todo, ya hizo el esfuerzo que nuevamente se le reclama, que salarios y jubilaciones ya cayeron más de 20 puntos durante el macrismo, y que ya no existe margen político para continuar ajustando, lo que fue reconocido hasta por el FMI. El tema es que será necesaria otra ´prueba de amor´, y está bastante claro que la válvula de ajuste otra vez deberían ser los asalariados. Hoy, en un mundo donde el comercio internacional se encuentra en contracción, lo que dificulta la expansión de los ingresos por exportaciones, y en medio de una economía local que todavía no salió del subsuelo, un mal arreglo de la deuda es infinitamente peor que un default. Por eso, que no espante tanto la palabrita porque todo indica que habrá que empezar a pronunciarla. Habrá que ver…

Fuentes: NA, La Izquierda Diario, Ámbito Financiero, Página/12, propias

ÚLTIMAS NOTICIAS