EL CORONAVIRUS DESNUDA LAS DIFERENCIAS POLÍTICAS. NACIÓN DISPUSO FONDOS PARA CONTENER LA PANDEMIA PERO CHUBUT AÚN TIENE EN ´VEREMOS´ EL DECRETO DE DECLARACIÓN DE EMERGENCIA SANITARIA QUE LE PERMITIRÍA ACCEDER A ELLOS. LOS CRUCEROS, LOS EVENTOS MASIVOS, Y LA LAXITUD DE MEDIDAS PREVENTIVAS EN LA PROVINCIA. DE LA NEGACIÓN PLANETARIA A LA RECESIÓN GLOBAL

El peor síntoma

Por Trivia Demir

Las maneras de enfrentar las complicaciones son extremadamente diversas, más allá que los gobiernos tiene manuales de procedimientos bien parecidos vinculados a las prioridades públicas. Por ejemplo, mientras Francia y Alemania suspendieron actos masivos para evitar contagios de la pandemia que declaró la Organización Mundial de la Salud, sobre todo para evitar el colapso de sus sistemas de salud que por cierto son estupendos; en Argentina no se consideró hasta esta semana necesario porque se proclamó políticamente que nuestro sistema de salud sí está a la altura de cualquier contención. Sin embargo, dos días después se comenzó a reconsiderar tanta soberbia discursiva y ayer mismo el gobierno nacional anunció un refuerzo de recursos económicos para Salud. Pero muchas medidas de prevención siguen siendo lentas y hay un sinnúmero de espectáculos masivos en cartelera para los próximos 90 días y no sólo en Buenos Aires (Katy Perry, Babasónicos, Nightwish, The Strokes, Kiss, Lindsey Stirling, Wu Tang Clan, y muchos más de gran convocatoria), además de continuar jugándose los partidos de fútbol y otros deportes con mucho público, a diferencia de otros país que los mantienen pero a puertas cerradas.

Arcioni y las siete plagas, más una

En Chubut pasa más o menos lo mismo, las declaraciones comenzaron con demagogias que rayaron el ridículo como por ejemplo que el ministro de Seguridad, Federico Massoni reforzaría los operativos en Arroyo Verde (seguramente para intentar ´atajar´ la pandemia si se le ocurría circular por tierra). Y se completó con una situación realmente grave que es que justamente con una crisis sanitaria mundial de esta envergadura, la Provincia venía con todo el sistema de salud de paro, apenas con guardias mínimas y sin pagar al personal sanitario. Ayer merced a una gran gestión del ministro de Salud y a la buena voluntad de los profesionales y personal en general de los nosocomios provinciales, se comprometió retomar las actividades en base al compromiso de sentarse en una semana a rediscutir en paritarias. Con esto se logró destrabar el grueso del conflicto sanitario, aunque el ministro Fabián Puratich pide condiciones y respaldo económico para lo que enfrenta o ya amago con renunciar. De hecho, el gobernador Mariano Arcioni declararía la emergencia sanitaria para poder redirigir fondos o incluso acceder a recursos que Nación ahora asignó a la contención del virus. El tema es que se hará por decreto y aún se estaba elaborando con la lentitud propia que caracteriza a la estructura chubutense. O sea, un combo demasiado propicio como para que no pase lo peor. En el territorio no se suspendieron aglomeraciones, mientras que otras provincias vecinas como Neuquén, si tomaron la iniciativa y suspendieron todos los eventos masivos deportivos y culturales hasta que esto se controle.
A la par, Chubut tiene otra complicación comparativa que tampoco se estaría dimensionando y es la profusa circulación de turistas y de extranjeros a través de las numerosas ´puertas´ de ingreso internacional que posee la provincia por puertos y aeropuertos, que hasta el momento dependen de medidas laxas. Mientras en otros países se cerraron puertos al ingreso de cruceros, acá ni se nos ocurriría para no afectar el negocio de unos pocos. Y además, el control sanitario en los cruceros se mantiene en manos de las propias navieras mientras solo un agente público sube para aceptar la declaración jurada de los datos que da el barco. Y mientras Estados Unidos ya está sugiriendo no tomar cruceros por la cantidad de contagios que se han producido arriba de los buques, en Madryn por ejemplo no se aplicarían aún protocolos especiales en tierra, aunque en la ciudad ya hay 15 personas en aislamiento ´preventivo´ por el virus. O sea, una alarmante manera relajada de abordar una verdadera crisis mundial, donde las proyecciones indican que el 60% del planeta puede contagiarse si no se consigue rápidamente una vacuna.

El modo de gestionar la crisis

Dice el analista político, Hernán Madera en una interesante nota titulada “De la negación global a la recesión global” que “El psicoanalista Sigmund Freud no fue el primero en investigar profundamente la negación, el mecanismo de defensa por excelencia. Pero sí fue el primero en relacionarlo a un proceso plenamente inconsciente, automático. La clave de ese proceso mental es no aceptar la evidencia (no importa cuán abrumadora sea), y por el contrario, fabricar en nuestras cabezas otra realidad no tan dura, no tan difícil.

La historia de esta negación

Agrega el analista que la evidencia de que una desconocida neumonía viral se estaba propagando ya existía para fines de diciembre en la ciudad china de Wuhan, pero el Partido Comunista Chino decidió proceder como le es más familiar: negar, silenciar, censurar. Conocemos la historia del médico Li Wenliang que en diciembre del año pasado advirtió sobre la situación. Fue obligado a firmar una retractación y después murió del mismo virus que él había descripto.
Las autoridades chinas quisieron creer que era otro brote de una enfermedad que se transmitía exclusivamente de animales a personas, lo que la hacía mucho más controlable. Y mantuvieron esa mentira por casi un mes. Cuando ya miles se habían contagiado (y seguían contagiando a otros) decidieron tomar medidas a partir de la última semana de enero. Tarde. Esas medidas brutales con la población comenzaron a filtrarse a través de videos en las redes sociales (el régimen chino es el mejor bloqueando lo que entra a su país, pero no tan bueno con lo que sale vía Internet).
El PCC tolera el tráfico de animales salvajes y a los mercados que los venden por un motivo concreto: no quiere conflictos innecesarios con su población. Los dos brotes anteriores, de gripe aviar y de SARS, logró controlarlos con relativa facilidad comparados con el COVID-19, por eso, aún cuando en esas ocasiones también suspendió el tráfico y venta de animales salvajes, en ambos casos levantó la suspensión.

Un territorio de pujas

China está rodeada de conflictos. La política de contención de Occidente nunca cambió, ni siquiera cuando el país abrazó su actual dirigismo capitalista a partir de 1978. Taiwan, Tibet, Hong Kong, mar de China, frontera con Vietnam y, sobre todo, los kurdos en el norte son algunos de los problemas a los que se enfrenta el coloso asiático. Por eso, y porque le cuesta controlar las migraciones internas y tensiones de todo tipo que genera su crecimiento tan rápido, es que no ve a la interacción de su población con animales salvajes como algo tan grave. Y acá estamos.

Otro mal cálculo yanqui

Del otro lado del planeta se hicieron los cálculos más infantiles. Desde el fin de su guerra civil en el siglo XIX para Estados Unidos la clave de su economía es su mercado interno, todo el resto es anexo y viene después. Entonces si la máquina exportadora china se detenía, eso podía significar que varias empresas manufactureras volviesen a territorio americano. Tal vez se podría cumplir la promesa de campaña en 2016 de Donald Trump de que el Iphone se volviese a producir en Estados Unidos. Sin mover un dedo, este era un golpe fulminante en medio de la guerra comercial: China se había hecho el gol en contra solita.
No se quería ver el alcance que podía llegar a tener un virus totalmente nuevo para una humanidad con cero inmunidad a él. Mientras el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Ghrebreyesus (que todavía se niega a llamar “pandemia” a la pandemia), se deshacía en elogios a los censores chinos, Trump seguía con su propuesta de recortes presupuestarios al organismo que justamente se ocupa de tema: la CDC (Center for Disease Control and Prevention), y los medios occidentales enfatizaban la baja tasa de mortalidad, soslayando la muy alta tasa de internación (con su urgente necesidad de aumentar la cantidad de camas) que se observa en todos los países que llegó con fuerza el COVID-19.
Quienes rompieron esta monotonía fueron ignorados (como el Imperial College de Londres que tempranamente aseguró que el 60% de la población mundial podría llegar a contagiarse) o directamente silenciados: como las cuentas en Twitter que cometieron el pecado de especializarse en las noticias sobre la neumonía viral.

“A mí no me va a alcanzar”

Como en los primeros tiempos del HIV, la población está descubriendo la diferencia entre que las noticias alentadoras -vacuna, medicamento- aparezcan en los medios tradicionales, a que eso mismo suceda en los medios especializados en medicina y ciencia, donde sólo serán publicados después de exhaustivas pruebas y protocolos. Y en este último ámbito, por ahora, sobre la posibilidad de medicamento o vacuna, hay poco y nada.
La comparación con la gripe A de 2009 no es acertada, por el simple hecho de que ese mismo año ya había un medicamento para tratarla: el Oseltamivir (Tamiflú). Ahora -rigurosamente probado- no hay nada.

El negador compulsivo

La negación más peligrosa se está dando en el hombre más poderoso del planeta: Donald Trump. Pero en diez días todo cambió. Trump se había jactado de que en Estados Unidos había muy poquitos casos del virus, hasta que llegaron a cientos. Después dijo que no había muertos, hasta que empezaron a morirse. Después culpó a los inmigrantes por posibles contagios, a los demócratas por alarmistas, a los medios de línea editorial opositora por supuestamente transmitir noticias falsas, y así sigue la reacción en cadena.
O no entendió que debía cambiar su agresiva política comunicacional en medio de una crisis de salud pública o no pudo adaptarse porque la situación lo perjudicó con fuerza en pocos días. Sea como sea, Donald Trump deberá enfrentarse al oscuro panorama que viene, y que no se resuelve con ninguna tasa de interés o restricción de ingreso a Estados Unidos, sino dejando que el organismo de salud especializado, la CDC, tome el control de la situación con mucho más presupuesto que el que él estaba dispuesto a otorgarle.
Muy pronto Donald Trump será juzgado por su manera de actuar en la peor crisis mundial desde 2008 y, por ahora, parece estar esperando que la llegada del verano boreal en un par de meses haga que el virus “desaparezca”, algo que los científicos ya afirmaron no sucederá. El poder de la negación en lo más alto del poder*.

(*) Analista político

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