HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

La magia de los números

Por Javier Arias
javierarias@eldigito.com

Bueno, parece que vamos a estar unos cuántos días guardados en casa. Y para eso, deberemos buscar diferentes pasatiempos, tanto para nosotros mismos, como para los párvulos, si los hay en casa. ¿Y qué mejor que leer sobre datos interesantes de uno de los números más emblemáticos de nuestro sistema cardinal?, el siete.
Cientos de culturas y religiones tienen al siete como un número mágico, divino y celestial. Es que no son pocas las referencias en textos místicos, científicos y morales de toda la historia humana. El siete siempre está.
Pero no sólo en escritos esotéricos o matemáticos se hace protagonista esta cifra tan carismática, sino que a nivel popular el número siete también está presente en la cotidianidad, en las fábulas, en las creencias y hasta en los mitos populares. Miremos a nuestro alrededor y sin perder mucho tiempo nos encontraremos directamente rodeados por sietes, sietes y más sietes.
Arrancamos por la semana, siete días nos marcan el ritmo cotidiano. Y como alguna vez ya señale, cada uno de los días se corresponde con cada uno de los siete cuerpos celestes de nuestro sistema solar que se pueden ver desde la Tierra sin instrumentos, la Luna para el lunes, Marte será el martes, Mercurio le hace honor el miércoles, Júpiter contará para el jueves, Venus tiene su correlato en el viernes, el sábado, en español, procede de la fiesta hebrea «Sabbat» y Domingo de la palabra latina «Dominus», el señor –Dios-, pero en inglés se mantienen los nombres originales, saturday por Saturno y Sunday por el Sol.
En la religión cristiana el siete tiene muchísimas referencias; siete son los pecados capitales, siete los dones del Espíritu Santo, siete las virtudes cardinales y también siete son los sacramentos. Dios tardó siete días para crear la Tierra, siete es la cifra de Dios en su unidad y siete es el número mayor del Cosmos
También en el Antiguo Testamento, está la metáfora del faraón, tan usada en estos días para contabilizar las crisis y los tiempos de buenaventura. Cuenta el sagrado libro que un faraón soñó cierta vez con siete vacas gordas que eran devoradas por otras siete vacas flacas, más tarde soñó con siete espigas de trigo grandes que también fueron devoradas por otras siete espigas feas y marchitas. José, el que sabía interpretar los sueños, le dijo que en el reino vendrían siete años de fortuna, seguidos por siete de escasez, por lo que debían almacenar urgente todo lo que pudieran. El faraón, obediente, le dio bolilla al pichón de Freud y así el reino pudo pasar los años malos.
Más tarde, en el Apocalipsis de San Juan, el siete se hace dueño de varios pasajes, siete son los sellos que abren los ángeles con siete trompetas, siete son las iglesias a las que debe escribir, además de nombrar siete candelabros de oro, siete estrellas, siete plagas y las copas.
Más acotados, los musulmanes también utilizan el siete para numerar los estadios o cielos.
Pero más allá de las religiones –o tal vez influenciando a estas- el siete también está muy presente en la naturaleza. Los colores del arco iris son siete, siete son los mares y también son siete las notas musicales.
Siete fueron los reyes de Roma y siete sus colinas.
Y sin entrar en cuestiones demasiado filosóficas para esta hora de la tarde, para los pitagóricos el siete contenía todas las circunstancias de la vida, y por eso dividieron la existencia humana en diez periodos de siete años cada uno. Más para acá, en la Edad media, los alquimistas habían dividido su procedimiento en siete fases.
Y siguiendo por el lado de la cultura, el siete asoma en cada rincón que miramos.
Siete son las maravillas del mundo antiguo, siete las artes – que para los olvidadizos son la pintura, la escultura, la arquitectura, la literatura, la música, la danza y el cine, no el baile del caño, no-, siete son los años de mala suerte por romper un espejo y siete son las vidas del gato.
Blancanieves se hizo amiga de siete enanitos, siete eran los cabritos y el lobo, Pulgarcito tenía sus botas de siete leguas y el ogro contra el que luchaba tenía siete hijas y es el séptimo hijo varón el hombre lobo. Y si seguimos en esta onda literaria, Shakespeare aseguraba que eran siete las edades del hombre, la infancia, la niñez, el amante, el soldado, el adulto, la edad avanzada y la senilidad.
Y el siete se sigue repitiendo, en la historia, en las religiones, en los cuentos y en las leyendas.
Hasta que llegamos al final de la columna de hoy, con tantos siete que marean, con la férrea intención de no escribir de nuevo siete en por lo menos setenta años. Hasta la semana que viene, o sea, en siete días… ¡Ouch!

Nota del autor: Información recogida de la página http://sobrecuriosidades.com

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