POR QUÉ EL BROTE DE CORONAVIRUS INVITA A REPENSAR LOS VALORES CÍVICOS

La paranoia y la desinformación, más peligrosos que cualquier pandemia

Por Lazarillo de Tormes

Desde que el Coronavirus irrumpiera en la escena mundial generando una preocupación generalizada, varias fueron las teorías conspirativas sobre su surgimiento y presunta vinculación con el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS, por sus siglas en inglés), que en 2002 apareció en China y generó, hasta el año siguiente, unos 154 fallecidos en ese y otros países.
Independientemente del origen del virus que hoy mantiene en vilo a la población mundial –y que por sobrados motivos también es denominado SARS-CoV-2, el impacto sociológico de la ahora declarada pandemia, arroja postales cotidianas en todas las direcciones.

Cacería de brujas

En el caso de Trelew, la primera falsa alarma fue generada por un médico que, tal vez intentando hacer una broma de mal gusto, comenzó a atender a los pacientes con un barbijo colocado, por lo que ahora se analiza una eventual medida disciplinaria hacia el profesional.
Más cerca de quien escribe, en Puerto Madryn, la confirmación oficial de 12 personas con aislamiento domiciliario provocó un cimbronazo cibernético, con decenas de internautas reclamando a los medios de comunicación la difusión de las identidades de los individuos, sin advertir que el aislamiento preventivo es extensivo a quienes regresaron de países donde los focos de contagio y los casos reportados han sido mayores, y no necesariamente apunta a que dichas personas hayan sido diagnosticadas como positivas para el Covid-19 (o SARS-CoV-2).

Postales locales

A pesar de los controles médicos realizados a bordo de cruceros y la doble confirmación que deben hacer los médicos de frontera para aquellos turistas que busquen descender de los mismos en la ciudad del Golfo, la desinformación también fue la punta de lanza de quienes expusieron sus críticas al arribo de barcos de gran porte, como si a ciencia cierta, “a nadie le importara nada”.
También hizo lo propio una funcionaria judicial que ahora es investigada “de oficio” en Madryn, por haber regresado su hijo de uno de los países “conflictivos” y no haber sido aislado de forma preventiva, concurriendo durante varios días a una de las escuelas privadas de la zona, exponiendo a un posible contagio a sus compañeros, docentes, auxiliares y personas con las que hubiera tenido contacto; la solidaridad, empatía y preocupación por el prójimo juegan una importante carta en este tipo de situaciones.

Las cifras del “Corona”

Las cifras del “Coronavirus 2” o “Coronavirus: la secuela” son preocupantes desde el punto de vista de la pandemia, concepto endilgado a la rápida propagación de una enfermedad por un territorio geográfico extenso, que hoy nuclea a más de cien países.
Actualmente, hay casi 130 mil casos confirmados en el mundo, casi 5 mil muertos por dicha afección y casi 70 mil personas curadas, lo que implica una tasa de mortalidad que ronda el 2 por ciento, muy inferior a las defunciones que produce el virus de la gripe cada año.
Ello obliga a considerar que la paranoia colectiva también se debe, en parte, a que se trata de un virus nuevo, y al hecho de que en poblaciones de riesgo como adultos mayores y personas inmunodeprimidas, las consecuencias podrían ser mortales.

Distopías

En el artículo “La distopía nuestra de cada día”, el guionista español David Trueba ofreció una reflexión interesante sobre el tema: “Imaginen que el contagio del coronavirus se extiende por Europa de manera incontrolada mientras que en el continente africano, por las condiciones climáticas, no tiene incidencia. Aterradas, las familias europeas escaparían de la enfermedad de manera histérica, camino de la frontera africana. Tratarían de cruzar el mar por el Estrecho, se lanzarían en embarcaciones precarias desde las islas griegas y la costa turca. Perseguidos por la sombra de una nueva peste mortal tratarían de ponerse a salvo, urgidos por la necesidad”.

Cuarentena y dignidad

No obstante, continuó, “al llegar a la costa africana, las mismas vallas que ellos levantaron, los mismos controles violentos y las fronteras más inexpugnables invertirían el poder de freno. Las fuerzas del orden norteafricanas dispararían contra los occidentales sin piedad, les gritarían: vete a tu casa, déjanos en paz, no queremos tu enfermedad, tu miseria, tu necesidad. Si los guionistas quisieran extremar la crueldad, permitirían que algunos europeos, guiados por las mafias extorsionadoras, alcanzaran destinos africanos, y allí los encerrarían en cuarentenas inhóspitas, donde serían despojados de sus pertenencias, de sus afectos, de su dignidad”.

Repensar nuestro rol

Ello obliga a analizar uno de los aspectos más interesantes de este tipo de situaciones, que es la preocupación por el Otro y qué lugar ocupa cada individuo en el espacio de aquél que tiene al lado; principalmente, teniendo en cuenta que la mayoría de las personas que han viajado al exterior días antes de que los contagios se extendieran, tiene la obligación moral y ética de comunicarlo a las autoridades sanitarias. En estos casos, el silencio puede ser traer consecuencias innecesarias y, por supuesto, evitables.
La aparición del Coronavirus, fuera del contexto médico y epidemiológico, también invita a la población mundial -y por qué no, a la de Puerto Madryn-, a repensar su rol dentro de las comunidades y los colectivos sociales, donde la responsabilidad que le cabe a cada uno puede determinar no sólo su bienestar, sino también el de todos los demás.

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