REPORTAJE A VANINA BOTTA, ESPECIALISTA DEL CUERPO MÉDICO FORENSE

Los protocolos por abusos sexuales aumentaron un 79 por ciento en Madryn

La psiquiatra e integrante, desde 2017, del Cuerpo Médico Forense de la Circunscripción Judicial de Puerto Madryn, Vanina Botta, dialogó con El Diario sobre varias cuestiones relativas a la temática de género, en el marco de la Semana de la Mujer.
En este sentido, la especialista en Medicina Legal y Forense analizó las características de los noviazgos y las relaciones atravesadas por la violencia, así como también algunos denominadores comunes en el perfil del agresor y la víctima, la importancia de construir “nuevas masculinidades” y de que las escuelas comiencen a implementar en su totalidad la Educación Sexual Integral (ESI).

Diario: – ¿Cuáles son los factores más comunes en el perfil de los agresores, teniendo en cuenta los frecuentes casos de violencia de género y, en el escenario más grave, los femicidios?

Vanina Botta: Son dos cuestiones diferentes. En principio, el varón está criado con determinados mandatos de género, estereotipos de género y estos aprendizajes se van pasando de generación en generación, históricamente. Los mandatos de género para el varón actual tienen que ver con el ‘ser fuerte’, poderoso, tener control de la situación y de los demás; y, por supuesto, con el amor propio. También, con que tienen que ser el sostén económico de la familia, con que sí o sí tienen que ser heterosexuales. Todos estos mandatos, que son diferentes para hombres y mujeres, generan muchísimo daño a ambos. Obviamente, mucho más a las mujeres ya que nos colocan en una situación de vulnerabilidad para toda la historia vital. Pero para el hombre también, por eso la importancia de empezar a pensar que hay otros modos de ‘ser hombre’, de deconstruir este concepto de masculinidad hegemónica y poder construir nuevas masculinidades.

D: ¿Y en casos donde media la violencia entre un hombre y una mujer?

VB: La violencia es algo que se aprende y que no empieza de la noche a la mañana. Por ello es importante alertar a las adolescentes, cuando comienzan una relación de noviazgo, y saber que la violencia no empezó de la noche a la mañana, que hay síntomas que detectados a tiempo pueden ayudar a prevenir futuras uniones o situaciones más graves. Es importante, por esto, acompañar a las adolescentes y que estén alerta. La violencia no cambia por la simple voluntad o promesa de que va a cambiar. Lo único que hace esto último es mantener el círculo o circuito de violencia, con períodos de ‘luna de miel’ donde la situación está calma, pero va a empezar otra vez y en escalada. La mayoría de las mujeres maltratadas que hemos acompañado, todas pueden reconocer que en el noviazgo empezaron las situaciones violentas y que no lo percibieron de ese modo hasta cuando pudieron separarse, por suerte, y relatar un poco la situación.

D: ¿No lo percibieron porque, tal vez, algunas de las conductas que determinan alertas o “luces rojas” están socialmente aceptadas o permitidas?

VB: Exacto. Estos mandatos y estereotipos de género los tenemos todas y todos naturalizados. Están aceptados universalmente, y también en la adolescencia se piensan como ‘muestras de cariño’ y de amor. Por ejemplo, si alguien quiere revisarle a su pareja el celular o tiene celos excesivos, o pregunta por qué se viste de determinado modo, las adolescentes pueden pensarlo como muestras de cariño. Y para ello estamos las adultas, alertando que ello no tiene que ver con el cariño ni con el amor. Y estos modelos y mandatos de género hacen que el varón tenga “permitido” o bien que sea una cofradía privilegiada a la que se le permitió, hasta el día de hoy, la violencia hacia las mujeres, el abuso sexual, el control de los cuerpos de las mujeres, pensar a la mujer como territorio propio, y esto tiene que ver con el femicidio, la violación y el uso del cuerpo de la mujer.

D: – ¿Cómo definiría a los celos desde la óptica de la psiquiatría?

VB: Las neurociencias nos ayudan mucho a pensar en las emociones humanas primarias y secundarias. Las primarias las tenemos en común con todos los mamíferos superiores y tienen que ver con el miedo, la ira, la tristeza. Lo tenemos todos, hombres y mujeres. En cambio, las emociones secundarias tienen que ver con la educación, la cultura y la sociedad. Dentro de estas entraría lo que tiene que ver con la vergüenza, los celos y sentimientos un poco más elaborados. Pero los celos, dentro de una estructura patriarcal, sexista y dicotómica tienen mucho que ver con la cosificación que se hace de la mujer, con que ‘esto es de mi propiedad’, un objeto ‘a utilizar por mí y nadie más’, etcétera. Es decir, está relacionado con la cuestión del territorio y la propiedad privada; con este mandato de masculinidad ante el cual muchos hombres se rinden, teniendo que demostrar a la sociedad y a los demás hombres que ‘esta mujer es de su propiedad’. Los celos en otros grupos etarios pueden estar ligados a otras cuestiones.

D: – El debate por la despenalización del aborto puso en primera plana la agenda de género, que incluso es mucho más variada. Pero hoy día se observa un incremento en los femicidios, por citar un escenario de ejemplo. ¿Cuánto se avanzó, en términos prácticos, en los últimos años en relación al abordaje de género?

VB: Hay avances, no muchos; queda muchísimo por transformar en cuanto a los varones y mujeres de la comunidad. Se ha avanzado en que las nuevas generaciones, sobre todo, puedan pensar un poco en la diversidad, en que hay muchas maneras de ser mujer y de ser hombre. En poder poner en palabras sentimientos y emociones, y que a través de la Educación Sexual Integral (ESI) se pueda hablar del secreto, de vínculos que hacen bien y de aquellos que no. Y en poder poner en palabras situaciones de abuso sexual que viven niñas, niños, adolescentes, y que recién, anteriormente, podían plasmarse en palabras cuando llegaban a la adolescencia, donde pueden resignificar lo que les pasó en la niñez. Y ahora se puede ver que lo pueden ir hablando desde antes. En esto es importante la ESI, que es Ley y se debe cumplir en las escuelas, desde el Nivel Inicial hasta la secundaria.

D: – Sin embargo, la ESI no se dicta en muchísimas escuelas, incluso a nivel local. ¿Influyen motivos religiosos o falta de información de los propios padres o tutores?

VB: Es cierto que no se está cumpliendo en su totalidad, en algunos casos por motivos prejuicio, de pensar que ESI tiene que ver con sexualidad y genitalidad, cuando verdaderamente tiene que ver con otros aspectos de la convivencia, con un nuevo paradigma de pensar la sexualidad humana, el cual va mucho más allá de la genitalidad. Y también, por motivos religiosos. Pero sobre todo, porque cuando hablamos de abuso sexual de niñas y niños, estos suelen ser intrafamiliares. Ocurren en el interior de la casa o por personas muy allegadas a los niños y niñas, lo cual hace mucho más traumático el hecho de que puedan superarlo. Entonces, al ocurrir en el seno familiar, para muchas familias ‘no está bueno’ que tengan otro espacio para hablar de abuso, o de situaciones que no les hacen bien. Hay que remarcar que los abusos de menores suelen ocurrir de manera intrafamiliar.

D: – ¿Qué sucede con los noviazgos violentos y las relaciones sexuales forzadas, principalmente en la adolescencia?

VB: Esto tiene que ver con la necesidad de alertar a las adolescentes en el momento en que empiezan sus relaciones de noviazgo y sexuales, para que puedan ser claras con su compañero o compañera, en el caso de relaciones homosexuales, y entender que determinadas cosas no les gustan a su pareja, que no quieren o no acceden, y que eso se pueda respetar. Obviamente, es difícil ya que en la adolescencia hay un revuelo hormonal donde puede ser difícil parar la relación sexual, pero sí deben entender los varones cuando una chica le dice que no tiene deseos de hacer algo, que no le gusta o que no es de su agrado determinada práctica sexual. Y esto tiene que ver con la educación sexual, con que el cuerpo de la mujer es territorio de ella, donde puede decidir y esto el varón lo debe respetar. También tiene que ver con la decisión de interrupción legal de un embarazo, sin mencionar que es un tema de salud pública, considerando que hoy lamentablemente hay ciudadanas ‘de primera’ y ‘de segunda’. Hay un montón de mujeres que se mueren por abortos clandestinos y también un montón de niñas obligadas a parir después de ser violadas. Pero por suerte se está avanzando mucho en este tema.

D: – ¿Cómo podría definir la situación de Puerto Madryn respecto de este tipo de problemáticas y cuestiones de género, en materia de avances y actualidad?

VB: El Cuerpo Médico Forense es el lugar donde se hace la evaluación de salud integral y ginecológica a niños, niñas y adolescentes que denuncian situaciones abusivas. Nosotros realizamos, con mi compañero y un equipo médico del Hospital, las evaluaciones una vez que Fiscalía toma la denuncia y que se piensa que hay lesiones genitales, anales o corporales. Desde el año 2017 hasta el 2019, estadística que cerramos hace poco, se ve un incremento en las denuncias. En 2017 se hicieron 38 evaluaciones médico-forenses, en 2018 50 y en 2019, 68, todas ellas con lesiones en área genital o anal.

D: – ¿Qué sucede en aquellos casos donde no se registran lesiones físicas?

VB: La mayoría de las veces no hay lesiones, porque el abusador sabe claramente que la penetración va a lastimar esa región himeneal de la nena, por eso mayormente hay tocamientos, los cuales pueden o no dejar lesiones dependiendo de la brutalidad.

D: – Pero el hecho de que haya más denuncias no quiere decir que, necesariamente, haya más o menos casos.

VB: Ese es el punto, se está denunciando más gracias a la educación sexual en las escuelas, a la publicidad y los medios de comunicación que van contando situaciones, y gracias a que, en la adolescencia, los jóvenes van resignificando todo lo que les pasó en la niñez. Y también, debido a que la Justicia está cambiando en este punto, pudiendo alojar las denuncias de las víctimas.

D: – ¿Cuánto influyó en esto la implementación de la Ley Micaela?

VB: Todavía falta mucho por construir y transitar. Dicha Ley obliga a la capacitación permanente en materia de género a todos y todas los que trabajamos en distintas instituciones (públicas), y está buenísimo que así sea. También, es muy difícil sentarse a escuchar a una víctima sin los prejuicios y preconceptos que todos tenemos, ya que todas y todos hemos sido criados en esta sociedad patriarcal, sexista, dicotómica de hombre-mujer y nena-nene. Entonces, es difícil escuchar como también es difícil para las víctimas hablar.

D: – En el caso de los abusadores, ¿hay una patología mental previa que determine la conducta?

VB: El abusador no es un enfermo mental, no tiene una enfermedad mental. Cuando escuchamos o leemos una noticia de este tipo, lo primero que nos sale decir es ‘qué enfermo’, pero en todos los casos estudiados, al menos en su gran mayoría, los abusadores presentan intactas sus funciones psíquicas. Entienden lo que hacen, lo planifica, saben cómo hacer, amenazar y coercionar a las niñas y niños para que no denuncien. Nosotros describimos varias fases de acomodación al abuso que tienen que ver con el secreto, con la presión de que si denuncian se va a desmembrar la familia, y es cierto. Cuando la niña puede denunciar, enseguida se interviene para que esa familia saque al abusador; por ende, todo lo que el abusador le decía a esa niña que iba a pasar es cierto, por lo que muchas veces la víctima termina retractándose de su denuncia y, siguiendo con la situación abusiva en soledad y con mucha vergüenza, sosteniendo con su cuerpo el abuso. Ninguna niña o niño está preparado para que un adulto jerárquicamente superior lo ataque, se les inculca que hay que tenerle miedo al que viene de afuera y ser cariñoso o cariñosa con los miembros de la familia. Partiendo de ahí, hay un discurso bastante contradictorio y muchos niños terminan acomodándose y viviendo con mucha vergüenza el abuso, y no lo denuncian hasta que las manifestaciones sean graves u horrorosas.

D: – ¿Cuáles podrían ser tales situaciones?

VB: Por ejemplo, un embarazo en una niña, infecciones de transmisión sexual, o bien cuando el aparato psíquico de la víctima ya está desmantelado y destruido. Siempre digo que el abuso sexual es un balazo al psiquismo de las nenas y nenes: genera un desmantelamiento psíquico muy difícil de retomar. Sin embargo, no todos los abusadores son psicópatas, hay muchas personalidades que pueden cometer un abuso sexual a niñas y niños, y nos tiene que quedar claro que no tienen ninguna enfermedad mental, no son alienados mentales: entiende, comprende, planifican. De hecho, usan mucho tiempo en planificar, sostener y presionar para que no se cuente el ‘secreto’. Incluso, un montón de abusadores que tienen características psicopáticas en la sociedad son personas muy queridas, tienen ‘fama de buenas personas’, buenos padres, etcétera. El psicópata hace eso: socialmente, nadie puede creer que dicho papá haya abusado de su hijo o hija.

D: – ¿Cómo es la conducta de este tipo de perfiles?

VB: De hecho, en las instituciones carcelarias tienen muy buen comportamiento, lo cual es parte de la psicopatía, a diferencia de hombres que fueron presos por otras cuestiones, que pelean o se enfrentan con policías. El psicópata sabe cómo comportarse, tiene mucha tolerancia al estrés, es difícil que se descompense y ‘muestre la hilacha’, salvo en las ‘tormentas psicopáticas’, que cuando ocurren tienen que ver con los femicidios graves que vemos, donde queman, cortan, descuartizan. El psicópata tiene una falta total de empatía, no puede nunca ponerse en el lugar del otro o sentir lo que el otro siente, aunque lo diga en su discurso. Y también tiene esto de ‘cosificar’, de usar a las mujeres y niñas para su satisfacción. Cuando hay algo que ya no le satisface de este objeto que usan, se deshace del mismo, de ella en este caso; con mucha frialdad van por la vida, tomando lo que necesitan y les apetece. Y hay psicópatas en todos los niveles sociales, en lugares donde pueden tomar decisiones sin importarle la vida de los demás, en toda la sociedad, al igual que el abuso sexual se da en todas las clases sociales.

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