CAPÍTULO 4: EL RENACIMIENTO DE UNA ESTRELLA

Una vez más

Por Alejandro Lodes

Llegué a casa y golpee la puerta, estaba toda mi familia gritando de felicidad, era una pequeña fiesta sorpresa y no me lo esperaba de verdad. Me acerqué a mi madre querida y le dije “Tengo algo que contarte má, allá subí unos kilos sin querer”. “Es hora de que te afeites esa barba hijo mío. Ya estás en casa una vez más”. Nos abrazamos y felices de alegría celebramos volver a estar juntos.

Tenía curiosidad y al día siguiente volví a ver a mi amiga. Se había casado, esperaban una hija a la cual iban a llamar Romina, mi corazón palpitaba de alegría y con un enorme vaso de agua, y viejas anécdotas nos pusimos a celebrar. “¿Qué hiciste en ese lugar? ¡Pasó tanto tiempo y no sabés lo que te extrañé!. Tu mamá me decía que no tenía que preocuparme, que ibas a estar bien”.
Realmente no quería decepcionarlos si no funcionaba, y simplemente no quería comunicarme por teléfono porque odio hablar a la distancia. Luego de responderles todas sus preguntas, les tuve que pedir: “¿Me acompañarían al partido del domingo? Hace mucho tiempo que no veo esos hermosos colores”. Y sin dudarlo pusieron cara de cómplices en la locura, sacaron banderas y armaron todo un plan.

Por más que todos alentamos y gritamos desde las populares, el partido terminó en un empate. Nos miramos a la cara y besamos la camiseta con los colores de nuestra hermosa ciudad. El equipo había tenido una racha de malos resultados, su entrenador había presentado su indeclinable renuncia, y con una temporada terminada en la parte final de la tabla, me habían llamado ofreciéndome el puesto. “¡Si, empecemos ya!

Era un nuevo salto al vacío, pero estaba listo y preparado. Todos saben de dónde vengo, les avisé que el entrenamiento será intensivo, y en aquello que fallen les voy a indicar como mejorar. La vida siempre te da oportunidades. Ahora veo las cosas desde otro lugar, elijo quién entra y cuando es su momento de luchar. Cada jugador tiene sus habilidades y sus momentos para brillar.

Fui uno de los tantos que logramos llegar al final, ahora tendré que abrir mi camino, ser paciente que las cosas buenas, tarde o temprano, van a llegar. Es el momento de demostrar todo lo aprendido, hacerle honor a mis palabras, y mostrarle a la hinchada el camino hacia el triunfo. No fue fácil verlos entrenar y separarlos entre titulares, suplentes y reserva.

Pregunta desde una radio local: “¿Cómo vas a plantar a tu equipo, siendo uno de los más jóvenes directores técnicos y este torneo que acaba de comenzar?
– “Como se debe, ofensivo desde el inicio”. Saludé a la hinchada, me paré al lado del banco de suplentes y con muchos aplausos la pelota comenzaba a rodar. Era mi primer partido siendo director técnico y entrenador principal.

El silbato suena y nuestro equipo ganó por primera vez en el año. Todos saltaban de felicidad y agitaban sus banderas. La conferencia de prensa había comenzado, y un periodista de la televisión levantó la mano solo para preguntar: “Que grandioso partido, ¿a quién se lo vas a dedicar?”. “A mi amiga del alma, quien me hizo reír una vez más. Me enseñó que hay un camino y que ya iba a encontrar mi lugar”.

Hay cicatrices en mi cuerpo para recordarme que no hay más grato regreso, que haber luchado y contra los pronósticos volver a triunfar. Nunca es tarde para cumplir tus sueños, ni tampoco para reinventarte. Siempre se puede comenzar una vez más.

Su risa es contagiosa, y sin importar lo mal que me encuentre me voy a curar…
Dedicado a Romina Moyano

<-- Capítulo 3

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